miércoles, 21 de octubre de 2015

¿Fumaremos el fracking?








Entrada publicada en el blog el 15/01/2014




Luther Leonidas Terry pasó su infancia en su estado natal de Alabama (EEUU) ayudando a su padre, médico rural, en la pequeña farmacia y oficina de análisis clínicos que regentaba. Infinidad de veces vio a su padre conducir el  Ford A de la familia para asistir de urgencia a vecinos del condado.

Seguramente aquellos momentos marcaron su vida para siempre.

Luther Terry cursó estudios de Medicina y mantuvo una carrera prolífica por Hospitales y Universidades. Con los años, Terry y su equipo sentaron las bases de lo que se ha llamado "la era de oro de la investigación clínica cardiovascular".

Fue nombrado Director General de Sanidad de los Estados Unidos desde 1961 hasta 1965 y se destacó por su lucha contra el tabaco. Se responsabilizó de un informe en el que el hábito de fumar se asociaba a enfisema, enfermedades cardiovasculares y varios tipos de cáncer. El comité que presidía llegó a la conclusión de que el tabaquismo era de tal peligro para la salud como para justificar la introducción de  medidas reguladoras.

Las primeras advertencias sobre la toxicidad fueron incluidos en las cajetillas el 1 de enero de 1965.

La industria del tabaco intensificó una campaña, que venía realizando desde la década de los años 50, destinada a sembrar dudas sobre los datos científicos obtenidos en su contra. Durante años gastaron decenas de millones de dólares destinados a aparentar incertidumbre donde había claridad. En un intento de prevenir o retrasar la introducción de regulación en el sector buscaron desacreditar la investigación científica mediante la creación de dudas y la manipulación en el debate. Generaron una falsa controversia para discutir los datos científicos.

Con los años se evidenciaron químicos introducidos en el proceso de fabricación de los cigarrillos. La industria se negó a facilitar su identificación, alegando derechos de propiedad industrial y defendió su inocuidad, describiendo algunos productos, como la vainilla y el cacao, como propios de la industria alimentaria y  con utilidad en  agradar y potenciar el sabor.  Con el transcurso del tiempo se comprobó que aquellos químicos incluían también agentes tóxicos y  cancerígenos y otros destinados a aumentar la dependencia de los afectados de tabaquismo.

Ya sabemos todos como acabó aquello. 

Aún así, hay que insistir que la industria consiguió durante un tiempo crear una opinión contraria a la regulación del tabaco en una parte importante de la población y defender los intereses de lucro privados sobre los intereses generales de salud pública.

En la actualidad el tabaco parece haber sido sustituido por el cambio climático y el fracking. Algunas de las agencias de publicidad y de creación de opinión que fueron contratadas por la industria tabaquera son requeridas por el mundo del Oil & Gas. Con la ayuda de algunos profesionales del ramo, periodistas, políticos y otros voceros de colectivos de interés buscan sembrar dudas sobre los perjuicios del fracking y sobre los nuevos datos científicos que van surgiendo. El fin parece ser el mismo, evitar la aparición de regulaciones que finalmente fueran contra sus intereses privados.

Esta actuación ya ha ocupado el interés  de medios de prensa reconocidos internacionalmente y de multitud de informes, columnas y artículos independientes. 


Se dijo que el hombre "es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra". Está por ver que no sea así.


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