Mariano
Rajoy, presidente del ejecutivo conservador español y José Manuel Soria, ministro de Energía
En la víspera del puente del
Pilar, el viernes, el gobierno aprobó
mediante Real Decreto el autoconsumo eléctrico a través de sistemas como con
los paneles fotovoltaicos.
La aplicación de este Decreto
consistirá en aplicar una serie de peajes que gravarán el autoconsumo de
energía conseguida a través de estos paneles solares. No se contempla el
balance neto y será un decreto limitante
para la implantación del autoconsumo en España. Esta propuesta vendría a tomar
una dirección contraria a la que siguen otros países en Europa y ya se ha hecho popular como el “impuesto al sol”,
recogido con chanza en algunos
diarios económicos, nada sospechosos de izquierdistas.
Asociaciones de consumidores y la
mayoría de partidos políticos españoles ven este movimiento como un intento de
obstaculizar el desarrollo de las energías limpias y los más críticos como una
ayuda al oligopolio eléctrico.
Esta decisión del ejecutivo de
Rajoy no viene sino a levantar más suspicacias sobre las intenciones últimas
del ejecutivo conservador.
En demasiadas ocasiones se
habla de empleo al ciudadano desde la competitividad, la formación continua y
el libre mercado y también demasiadas veces el ciudadano ve cómo termina
pagando excesos en el recibo de la luz, en el repostaje de gasolina, en los servicios
bancarios , en la factura del teléfono, o en el precio de algunos otros servicios
de compañías privadas, mientras que los reguladores, dicen serlo pero no parecen
ejercerlo.
Así, en un mundo globalizado,
la aceptación de la nueva economía depende de lo justa que la perciba el ciudadano
y para ello se necesita transparencia y rapidez en solucionar los desajustes
que se produzcan.
La decisión del ejecutivo de
Rajoy, penalizando el consumo de las fotovoltaicas, es un tiro de fogueo y una
batalla perdida. Pero nos sirve para ver las intenciones del ejecutivo
conservador y lo que se puede esperar de él, mientras que la Tierra sigue dando vueltas.
En el mes de septiembre del año
pasado, la Agencia Internacional de la Energía recogía en un informe que el SOL
sería la mayor fuente de electricidad en 2050, por delante de las energías
fósiles, la eólica, la nuclear o la hidroeléctrica. La solar fotovoltaica se
estima en un 16% de la producción mundial y la solar térmica en un 11%
adicional. Combinadas ambas tecnologías podrían evitar para el año 2050 la
emisión de más de 6.000 millones de toneladas de CO2 , es decir el
equivalente a la totalidad de las emisiones actuales del sector del transporte
en el mundo.
Asimismo, la AIE advertía a los
políticos sobre la necesidad de políticas energéticas claras y transparentes.
Con ese informe, Van der Hoeven
advertía: “Donde se produce incoherencia política, donde las señales se
confunden con paradas y arracadas con los ciclos políticos, los inversores
terminan pagando más por su inversión, los consumidores pagan más por su
energía y algunos proyectos necesarios, simplemente no salen adelante”.
España es un país rico en Sol,
pero es necesario saber lo que queremos y donde queremos ir.
Al fin y al cabo, resulta
paradójico que España, que presume de kilómetros de AVE, termine siempre
perdiendo todos los trenes.
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