Por Ignacio Zuleta
Publicado en El
Espectador
22 de septiembre de 2014
Nuestros
representantes y gobernantes se comportan como ladinos que esconden la basura
debajo del tapete y mienten si los pillan.
Pero
ya por fin se ventila el asunto de la fracturación hidráulica, de la que muy
pocos colombianos han oído hablar y que debería haberse socializado desde el
inicio, pues pone en peligro nada menos que el agua del país y del planeta.
La
fracturación hidráulica no convencional para obtener gas metano consiste en
inyectar enormes cantidades de agua en un pozo profundo, fracturar la roca y
sacar gas. En el proceso, cada pozo requiere 400 carrotanques de agua, 1,8
millones de galones. No es agüita bendita, pues lleva además 40 mil galones de
600 químicos tóxicos y cancerígenos que le dan sazón: plomo, uranio, mercurio,
radio (radiactivo, sí), formaldehídos y todos los demás condimentos de la
industria. El 50% del agua sale después de extraer el gas metano, que aumenta
el efecto invernadero. El otro 50% del coctel criminal queda entre las capas de
la tierra desde donde contaminaría los acuíferos. Los efectos —que han hecho
que se prohíba en Francia y que el pueblo y la prensa en Alemania lograran
detenerlo, genera hoy revoluciones locales en Estados Unidos y muchos otros
países que han declarado al menos una moratoria— se detienen en la
contaminación del agua. Los escapes de metano son factor de calentamiento
global y hay alerta roja en todas partes, excepto en el Palacio de Nariño y el
Congreso colombiano.
El
ministro de Medio Ambiente de Colombia, en una entrevista reciente y light de
Semana, dijo del fracking para yacimientos ‘no convencionales’ que «ese es un
tema supertécnico (sic)», es decir, que la política del agua no entra en juego.
Y acepta a continuación los cuatro riesgos: 1) Enorme consumo de agua. 2) Su
contaminación: «ha habido contaminación en lugares de Estados Unidos y Canadá,
pero eso ha sido principalmente porque construyeron mal los pozos» que aquí se
construirían bien, obvio. 3) «Tiene que ver con el agua residual del proceso.
Nosotros prohibimos que se vertiera en ríos y lagos, y se almacenara en
piscinas al aire libre. Planteamos que se pudiera reutilizar, reinyectarla al
yacimiento o tratarla». Pero esto no es posible técnicamente, luego aquí este
muchacho “neo-ambientalista” ¿fue engañado por algún “supertécnico” pagado por
las petroleras?
Estimado
lector: investigue usted un poco y esté atento. La Contraloría desaconsejó
seriamente su uso, el Concejo de Bogotá lo desaprueba, los ambientalistas más
sensatos piden moratoria, los terrícolas como yo no queremos ni un vaso más de
agua con veneno, el mundo está reaccionando justamente. Se trata del agua de
sus hijos, del previsible desplazamiento de quienes están parados sobre el gas
metano y de las hecatombes que nos esperan si el calentamiento global por
utilización de combustibles fósiles sigue su curso. Yo me declaro indignado,
recalcitrante y combatiente.
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