La oposición a la técnica de extracción de gas y petróleo crece en California. Sacramento someterá la práctica a las urnas
Publicado en El País
Por Vicenta Cobo / San Francisco
Primero fue
Sacramento. A mediados de marzo, una multitud se manifestó en contra del fracking (la
técnica de fracturación hidráulica para extraer gas y petróleo del subsuelo)
por su impacto ambiental. Ahora son varias las comunidades de California que se
plantean llevar a las urnas iniciativas de ley para prohibir la práctica.
Ocurre en Santa Bárbara, donde la pelea entre las
petroleras y los defensores del medio ambiente está en plena ebullición. En las
elecciones de noviembre, la población del condado dará su veredicto sobre la
llamada proposición P, que plantea la supresión del fracking en
la zona.
Los grupos ambientalistas no tienen ninguna duda sobre
la necesidad de prohibir esta práctica. “No podemos dejar a las compañías
petroleras que usen nuestro agua”, afirma Rebeca Claassen, cofundadora de Santa
Bárbara County Water Guardians, el grupo promotor de someter la
propuesta P a las urnas.
La industria del fracking opina
distinto. Su argumento es que, si la prohibición sale adelante, muchos puestos
de trabajo se verán afectados. “Supondrá el cierre de muchas compañías de
producción de petróleo en la zona y la pérdida de miles de empleos”, opina Dick
Hart, supervisor de Orcur Hill para Pacific Coast Energy.
Las petroleras tiemblan ante la posibilidad de que la
prohibición se haga realidad y ya ha comenzado a movilizarse contratando a un
equipo de consultores influyentes en lo político para combatir la medida. Hay
muchos intereses económicos en juego que se verían afectados si el condado de
Santa Bárbara se opone a que la práctica del fracking continúe
extendiéndose en su territorio.
Frente a esos intereses pesan los argumentos de
quienes ponen voz a un miedo colectivo. “No podemos afrontar seguir con estas
prácticas en California hasta que no estemos completamente seguros de que no
suponen una amenaza para la salud humana y la naturaleza”, apunta el director
del Sierra
Club California, Kathryn Phillips. Y añade: “La última cosa que
queremos es que el agua se convierta en no potable y nunca más podamos
recuperarla”.
No solo Santa Bárbara llevará a las urnas la
prohibición de la fracturación hidráulica a alta presión. También San Benito e
incluso Los Ángeles se están planteando propuestas similares.
Los acuíferos podrían estar afectados
Las sospechas sobre los efectos negativos que la
práctica del frackingpuede acarrear para la salud pública y el
medio ambiente crecen cada día, al mismo ritmo que las compañías petroleras
aumentan sus prospecciones en el subsuelo para explorar nuevos nichos de gas y
petróleo.
Un estudio reciente llevado a cabo por científicos de
la Universidad
de Stanford alerta sobre el riesgo de que la extracción de gas
y petróleo, mediante la utilización de una mezcla de millones de litros de
agua, arena y productos químicos a alta presión, podría estar contaminando los
acuíferos de agua potable. La razón se debe a que las perforaciones se estarían
realizando en capas superficiales del subsuelo, las mismas por las que discurre
el agua que bebemos.
Dominic DiGulio y Robert Jackson, científicos de la
School of Earth Sciences, tras llevar a cabo un estudio en dos formaciones
geológicas de Wyoming donde se practica el fracking, concluyen que
“aunque no hay evidencias de que el agua potable se haya visto contaminada, la
práctica debería estar mejor controlada y supervisada, dado de que existe un
alto riesgo de que los acuíferos se puedan ver afectados”.
“Millones de galones de diésel y de fluidos que contienen
aditivos orgánicos e inorgánicos fueron inyectados en estas formaciones durante
cientos de veces para ablandar las rocas”, aseguran DiGulio y Jackson. Estos
métodos de estimulación ácida y fracturación hidráulica se están llevando a
cabo en capas que contienen fuentes de gas natural y de agua potable, según se
pone de relieve en el estudio.
“Las consecuencias de esta
actividad están escasamente documentadas y se desconoce el riesgo que pueden
entrañar para la salud pública y el medio ambiente”, manifiesta DiGulio. Un
riesgo que se ve acrecentado por el hecho de que la 2005
Energy Policy Act prohíbe practicar frackingbajo
las capas subterráneas de los acuíferos.
La industria del fracking niega
que sus actividades estén afectando al agua potable, ya que las extracciones se
realizan a niveles mucho más profundos; pero según pone de manifiesto el
estudio de Stanford no siempre esa es la realidad. La EPA (Environmental
Protection Agency) documentó en 2004 que la extracción de gas natural
mediante fracking se había realizado en las capas de los
acuíferos.
El estudio abre también otra
brecha concerniente a la posibilidad de que aún en caso de que el fracking se
lleve a cabo en capas más profundas que las del agua potable, se desconoce
hasta qué punto la permeabilidad de ciertos niveles podría estar en juego.
“Estamos hablando de un medioambiente extremamente complejo, con áreas de baja
y alta permeabilidad por las que se mueve el agua”, reflexiona DiGulio.
Lo cierto, en toda California,
crece la oposición al fracking, coincidiendo con el aumento de la práctica que
no ha hecho sino aumentar sus prospecciones y buscar nuevos yacimientos no sólo
en este Estado sino en toda la nación.
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