El
presidente Rajoy junto a la ministra de Trabajo, Fátima Báñez. EFE
Publicado en El País
Editorial
21 de mayo de 2016
Al borde del colapso
La situación de las pensiones exige un debate global inmediato
La propuesta del PSOE de crear
una nueva tasa impositiva para financiar las pensiones ha despertado la
inquietud ciudadana sobre el futuro de la protección social en España. Buena
parte del debate sobre esta cuestión habido hasta el momento arroja
conclusiones que avalan esa intranquilidad. En primer lugar, la mal llamada
reforma de las pensiones aplicada por el Gobierno es solo un parche
ridículamente pequeño para el tamaño de la brecha abierta en la financiación
actual del sistema; quien dude de esta aseveración, solo tiene que comprobar
cómo el Ejecutivo ha tenido que ir extrayendo dinero de la llamada hucha de las pensiones para ir
pagando las aportaciones anuales a los pensionistas. Por desgracia, la reforma
solo contribuyó a disfrazar y aplazar el problema con un diagnóstico erróneo y
un remedio de compromiso.
El diagnóstico más ajustado es
que el modelo de financiación basado en el principio de que los cotizantes de
hoy pagan a los pensionistas de hoy (contando además con la reserva de la hucha) está totalmente desbordado
por la crisis del empleo y, sobre todo, porque ha aumentado el periodo de
tiempo —y el coste que acarrea— que va desde del momento en que un trabajador
se jubila y el momento de su fallecimiento. Esta es la variable que socava las
pensiones actuales y que obliga a reconsiderar seriamente el sistema.
Por una parte, la población
envejece y percibe sus retribuciones durante más tiempo; por otra, disminuye la
población activa, y la población ocupada ni aumenta al ritmo necesario para
cubrir las consecuencias del envejecimiento ni sus rentas crecen a la velocidad
con la que deberían aumentar los ingresos por cotizaciones para cubrir el gasto
presente.
La hipótesis de Mariano Rajoy,
según la cual bastaría con aumentar el empleo para disolver el problema, es
ingenua y temeraria. Ni con la mejor proyección histórica de empleo podría
compensarse el aumento del coste del modelo producido por la elevación de la
esperanza de vida. En consecuencia, la propuesta del PSOE no debe ser
despachada como alarmismo injustificado. Es hora de reconocer que una parte del
sistema tiene que ser pagado a través del presupuesto para conjurar el riesgo
de colapso a medio plazo. Quizá la fórmula más adecuada no sea una tasa
finalista, sino integrar una parte de las pensiones en el cuadro de necesidades
presupuestarias globales.
Pero ni siquiera la
financiación parcial vía presupuestos evita la tarea política de afrontar una
reforma en profundidad del sistema. En ella deben participar todas las
instituciones del país, para decidir cuestiones tales como si el método de
reparto debe ser corregido con medidas presupuestarias, hasta qué límite, si
bastaría con aumentar las cotizaciones (al coste de gravar la creación de
empleo) o si es oportuno recurrir a sistemas de capitalización, con el Estado
como depositario. Y, a continuación, pactar las decisiones con los agentes
sociales. En lugar de parches coyunturales, esta es la reforma que, si las
condiciones políticas lo permiten, necesita y merece la sociedad española.
Para acceder a la noticia,
No hay comentarios:
Publicar un comentario