Central eléctrica de
carbón de RWE Power en Neurath (Alemania). / INA FASSBENDER
(REUTERS)
Publicado en El País
Por Manuel Planelles
12 de julio de 2015
La
Agencia Internacional de la Energía cifra en 270.000 millones los activos que
perderán valor hasta el año 2050
Las
alertas del impacto de
las medidas contra el cambio climático en las energías fósiles han saltado
en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. En uno de sus
últimos informes, la OCDE vaticina que “el endurecimiento de las políticas
climáticas no solo tendrá un impacto en las decisiones de inversión futura,
sino también en la rentabilidad de los activos existentes”. La Agencia
Internacional de la Energía (AIE) ha cifrado en 300.000 millones de dólares los
activos en petróleo, gas y carbón que se devaluarán en las carteras de empresas
e inversores en 2050 solo en el sector energético, si se cumple con el objetivo
internacional de reducir las emisiones de CO2 para limitar el
aumento de la temperatura global a dos grados.
“El
endurecimiento de las políticas de clima tendrá un impacto en la
rentabilidad de los activos existentes”, incide la OCDE en su estudio sobre la descarbonizaciónde la
economía, publicado hace una semana. Durante la presentación del informe en
Londres, Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, puso el foco en el
carbón, cuyo uso para producir electricidad se ha incrementado en las
principales potencias económicas desde 2009. “Algunos activos basados en el
carbón no podrán completar su vida económica”, alertó Gurría.
“Cabe
preguntarse si la generación de energía a partir de carbón sin captura y
almacenamiento de carbono constituye actualmente una elección racional”, añadió
el responsable de la OCDE sobre un sector en el que trabajan alrededor de siete
millones de personas en el mundo. La AIE, en la misma dirección que Gurría,
apuntó hace unas semanas a la necesidad de “reducir
el uso de las centrales de carbón menos eficientes y prohibir su
construcción”.
Carbon
Tracker —un grupo de analistas expertos en finanzas, energía y clima— lleva
años siguiéndole la pista a lo que llaman la “burbuja de carbono”. Anthony
Hobley, consejero delegado de esta organización, afirma que se está creando
“una tormenta perfecta” y a apunta como elemento fundamental a “la acción de
los gobiernos a través de las leyes y la política climática” para frenar el
calentamiento.
El carbón, el más
golpeado
A
finales de año, París acogerá la cumbre mundial del clima y se espera que salga
de ahí el nuevo protocolo que sustituirá a Kioto. Esta vez el objetivo es que
todos los países se comprometan a reducir sus emisiones de CO2 a
partir de 2020. Las
principales fuentes son el carbón, el gas y el petróleo (las dos primeras
en la producción de energía y la tercera en transporte). Cuatro de las seis
primeras potencias emisoras de CO2 —China, EE UU, la UE y Rusia— han
presentado sus compromisos de reducción ante la ONU. Faltan India y Japón.
Aunque
varias organizaciones y expertos internacionales han alertado de que la hoja de
ruta que proponen los distintos Gobiernos no es suficiente para limitar el
aumento de la temperatura a dos grados a final de siglo —el umbral fijado por
los científicos para evitar daños devastadores en el planeta— lo cierto es que
las medidas de mitigación tendrán impactos en el sector de las energías
fósiles, según distintos informes de la OCDE, la AIE y la ONU.
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