Publicado en Venezolana de Televisión
6 de febrero de 2015
La guerra en Ucrania ya ha cumplido nueve meses / La bajada
del precio del crudo demuestra que el fracking es un actor más que influyente
en la geopolítica mundial
Caracas, 6 de febrero
de 2015.-
La guerra no declarada en Ucrania ya ha cumplido nueve meses y el escaparate
mediático sigue defendiendo celosamente la responsabilidad rusa en el
conflicto. Un globero local apunta a la Shell (publicado en Facebook por
“Internacionalistas 36”) y a la extracción del gas esquito como una de las
principales causas del conflicto.
“Un apretón de manos de
10.000 millones de dólares que ha acercado Ucrania a Europa y la ha alejado de
Rusia”. Así saludaba Euronews la firma del acuerdo entre la Shell y el entonces
presidente de Ucrania Yanokovich para la extracción de gas esquisto en Donetsk
el 25 de enero del 2013.
La hipótesis del que el
gas esquito sea el catalizador de la guerra tiene por lo menos tres patas:
1.- El belicismo de
Igor Kolomoisky, tercera fortuna del país, dueño del complejo mediático 1+1,
principal mecenas del ejército y patrocinador de numerosos batallones de
voluntarios (Aidar, Shturm, Dnepr, Azov…) responsables de acciones de represión
contra civiles y crímenes de guerra. Desde el 2 de marzo es además gobernador
de Dnepropetrovsk, tercer polo de poder en el país, junto con Kiev y las
repúblicas rebeldes. Su banco Privatbank sería uno de los beneficiarios de la
nueva industria del fracking.
Según Manuel Peinado
Lorca (”la burbuja del fracking”, El ecologista nº 82, septiembre de 2014) la
explotación de gas esquisto es económicamente insostenible debido al rápido
agotamiento de los pozos. Algunas explotaciones se ven obligadas a abrir 1.000
pozos al año para mantener la producción. Sin embargo, las reservas son
consideradas activos financieros intercambiables.
2.- La intención
manifiesta de EEUU de penetrar el mercado del gas europeo mediante el fracking
en detrimento de Rusia.
3.- El acoso de la
artillería ucraniana a la población civil de las zonas rebeldes, a fin de crear
un éxodo y unas condiciones de sumisión que dobleguen la resistencia
antifracking. De allí los envíos de ayuda humanitaria por parte de Rusia con el
fin no solo de evitar la derrota de los rebeldes, sino también de evitar ese
éxodo.
“Su labor es echarnos y
la nuestra consiste en resistir, crear las condiciones para que la gente se
quede” comentaba un ex profesor de universidad de Kiev que traía ayuda
humanitaria de Rusia a Lugansk. De manera más sencilla muchos milicianos
compartían su postura: “no necesitan gente, quieren la tierra, ya se la han
vendido a la Shell”.
La bajada del precio
del crudo demuestra que el fracking es un actor más que influyente en la
geopolítica mundial. La Shell no ha encontrado otro país en Europa que se deje
hacer fractura hidráulica. Ucrania, con las terceras mayores reservas de
esquisto estimadas de Europa, suprimió incluso los aranceles a la importación
del equipo de extracción./YU
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