Publicado en Negocios
30 de enero de 2015
El
fracking iba a ser el futuro para disminuir la dependencia del petróleo de la
OPEP. Ahora en EE UU, las pérdidas son mil millonarias tras una inversión desde
2009 de 1,4 billones de dólares.
El fracking vive tiempos
convulsos tras la decisión de Arabia Saudí de no recortar la producción de
petroleo. El petróleo y gas de esquisto iba a ser una auténtica revolución con
una inversión desde 2009 cuantificada en 1,4 billones de dólares, según los datos
de Bloomberg. Los inversores se las prometían felices, más cuando el precio del
petróleo ascendió por encima de los 90 dólares por barril. Según los analistas,
el fracking es viable con precios superiores a 70 dólares por barril.
No obstante, la decisión de la
OPEP, liderada por Arabia Saudí, de no recortar la producción de petróleo
hundió y hunde los precios del barril por debajo de los 50 dólares.
Arabia Saudí ha asegurado que no se trata de una conspiración, pero todo apunta
a que quiere acabar con la nueva industria petrolífera para mantener el poder y
peso que tiene a nivel global, pese a que otros miembros de la OPEP se vean
claramente perjudicados, como Rusia, Venezuela y Ecuador.
El precio del oro negro cotiza
en los 45 dólares por cada 159 litros y estas pérdidas comienzan a trasladarse
a los resultados empresariales y fondos de inversión cuya principal inversión
es en petróleo. Según el índice Bloomerg Intelligence North America Exploration
& Production, formado por 76 compañías, las pérdidas son de 393.000
millones de dólares, según recoge El Economista, desde los máximos del precio
del crudo en verano de 2014. El precio del bono 'high yield' de las
empresas dedicadas al fracking se ha desplomado y conllevan unas pérdidas de
40.000 millones.
Según la firma de abogados
Latham & Watkins, "lo único que la gente está notando ahora es que los
precios del gas están cayendo". No obstante, los ciudadanos aún no están
notando estas pérdidas debidas al desplome del petróleo, un cisne negro que
nadie vio venir. Como ejemplo, la deuda cotizada de Energy XXI, quien a
mediados de 2014 colocó bonos por valor de 650 millones de dólares con una
formidable demanda. Ahora esos bonos cotizan a la mitad, con las consiguientes
pérdidas generadas para el inversor tanto en deuda como en acciones de esta
compañía, que ha perdido en Bolsa un 88%. El grupo de empresas dedicadas al
fracking ofrecen rentabilidades superiores a dos dígitos por encima del bono
estadounidense, lo que les convierte en acciones de alto riesgo.
De momento, el gato al agua se
lo lleva Arabia Saudí. EE UU, la primera potencia mundial, aún no ha movido
ficha para intentar paliar esta crisis del fracking, más cuando se ha
convertido en una potencia exportadora neta de petróleo.
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