Publicado en El País
Por Rubén Amón
13 de abril de 2016
La
teoría de una suplantación pone al PP y al Gobierno en la tesitura de apoyar a
un ministro con serios problemas de credibilidad
Exige cierto esfuerzo creer en
la teoría de la suplantación de Soria.
Exige incluso acordarse de La
invasion de los ultracuerpos, aquella película de terror de Don
Siegel que nos estremeció de niños y en cuya trama unas extrañas vainas
extraterrestres crecían hasta adquirir el aspecto idéntico de los humanos que
las cultivaban.
Ha podido ocurrirle algo
parecido a Soria mientras dormía. Pensábamos que su doble era José María Aznar,
a cuenta el asombroso parecido físico y hasta ideológico, pero la teoría del
ministro implica que su papel ejecutivo en una sociedad de Bahamas y en otra
británica —las dos con el mismo nombre, UK Lines— proviene de una falsificación identitaria. Una
falsificación familiar, dinástica, que arrastra a su padre y hasta su hermano,
cuyas firmas en los documentos fundacionales tampoco reconoce como legítimas pese
a haber acreditado su autenticidad los peritos caligráficos.
Soria tiene un problema de
credibilidad por la confusión que ha aportado él mismo a las diferentes
explicaciones —ha dado hasta tres—. Y porque ya ha incurrido en una mentira.
Dijo que se desvinculó de toda actividad empresarial en 1995, al iniciar su
carrera política, pero ocurre que en 1997 todavía figuraba como administrador
de Ocean Lines, una sociedad radicada en Londres que formaba parte del holding
familiar.
Semejantes circunstancias complican
las hipótesis de la clonación o del sabotaje identitario, pero Soria ha
encontrado la inmediata solidaridad de sus compañeros de Gobierno. Margallo, De
Guindos y Catalá, tres superministros, se han apresurado a legitimar las
versión del colega, exactamente como hizo de oficio el portavoz parlamentario
Rafael Hernando, mencionando una conspiración mediática que Josñe Manuel Soria
piensa atajar en la comparecencia del Congreso.
Será la manera de solemnizar su
teoría exculpatoria. De lo contrario, Soria habría provocado un daño descomunal
a su partido. Por haber tenido y ocultado una sociedad offshore. Por haber mentido al
respecto. Y por haber movilizado al PP para sostenerlo, forzándolo a encubrir
sus desmanes en los prolegómenos de la campaña electoral.
Tal como ocurre en La invasión de los ultracuerpos,
José Manuel Soria ha sido víctima de una clonación. La culpa fue de su doble.
Pero no es el doble del ministro sino el ministro mismo quien ha intoxicado la
separación de poderes dando instrucciones a la Fiscalía Anticorrupción para
agilizar la aclaración de su caso. Un disparate que carece de todo sentido
porque Soria no está investigado y porque no existe sospecha de la comisión de
un delito. Y porque es él quien debe pedir explicaciones al bufete panameño del
que han salido los documentos comprometedores.
Soria o su clon no tienen un
problema judicial. Tienen un problema político. Que pone a prueba su
credibilidad. Y que pone a prueba la política de tolerancia del PP con las ovejas descarriadas camino del
26-J. Cuidado con Rajoy. Es un cocodrilo inmóvil, pero también inmisericorde
cuando pasa delante el cordero sacrificial cuando está en juego su hambre y su
supervivencia.
Para acceder a la noticia,
No hay comentarios:
Publicar un comentario