Hace pocos días hemos
desayunado con la noticia de que el partido de Urkullu, el PNV, que gobierna en
el País Vasco, decía respetar y defender los requerimientos aprobados en el
parlamento vasco sobre el fracking, a la vez que llamaba a Madrid y daba instrucciones
y consejos sobre la forma más adecuada de poder obviarlos.
En el pasado, en alguna
entrada del blog, explicamos que el fracking hacía tiempo que, además de
ser un tema energético, suponía ya un tema de calidad democrática en cuanto a cómo los políticos trataban de
introducirlo en sus respectivos países.
Pero, como estamos en España y
para no perder la perspectiva conviene recordar los acontecimientos previos a
los actuales.
El protagonista primero del fracking fue el País
Vasco. Varias empresas de Texas se interesaron por la geología del norte de
España y afirmaron sobre la posibilidad de un nuevo El Dorado del gas con la tecnología novedosa que ya se aplicaba en Estados Unidos.
El entonces lendakari, Patxi López, quedó inmortalizado para la historia en aquella foto en los campos petroleros de Texas. De vuelta a España, ya comenzó a facilitar la llegada del fracking a los montes de Vitoria, con la rebaja del grado de protección ambiental.
Con el gobierno de Zapatero y
con el beneplácito del PP, de partidos de pequeño formato como UPyD y con nacionalistas
como PNV, CiU o incluso regionalistas como el PRC, se aprobaron permisos que
llevarían al país a la “independencia energética” a una “oportunidad de futuro”
que nos haría beber las mieles del gas barato.
Más tarde, de todos estos políticos, y ya en debate
público la cara oculta del fracking, algunos vinieron a decir que no sabían lo que
firmaban.
Nunca llegaremos a saber si eso
es verdad, pero que muchos no sabían de qué iba el fracking, es casi seguro.
Y este hecho, nos debería hacer reflexionar sobre cuales son las motivaciones o los resortes por los que los políticos
toman las decisiones en temas como éste y en que puesto de interés se sitúa el
ciudadano para ellos.
Las personas supuestamente afectadas en un futuro por el
fracking son de índole social variada y por tanto el tema se podría considerar transversal.
Siguiendo algunas páginas de Facebook o alguna web antifracking, sospecho que muchas de las personas afectadas por la proximidad del fracking en el País Vasco son de preferencia jeltzale y eso seguramente les produce una inquietud interna, al ser el partido al que votan, el que parece dispuesto a imponerles el fracking que ellos rechazan.
Siguiendo algunas páginas de Facebook o alguna web antifracking, sospecho que muchas de las personas afectadas por la proximidad del fracking en el País Vasco son de preferencia jeltzale y eso seguramente les produce una inquietud interna, al ser el partido al que votan, el que parece dispuesto a imponerles el fracking que ellos rechazan.
Pero, seamos racionales. ¿Piensan
realmente esas personas que sus inquietudes serán escuchadas y entendidas por los dirigentes jeltzales?
Hace pocos días, el gobierno
vasco decía que tenía seguir adelante con algunos permisos, a pesar de lo
aprobado en el parlamento vasco, porque en algunos casos no implicaba hacer
fracking en una primera fase y además habría que indemnizar a las empresas
exploradoras en caso de pararlo definitivamente.
Me imagino que el gobierno Vasco
se indemnizaría a sí mismo. Pues, ¿No participa en el "tinglado gasistico" SHESA, la
sociedad de hidrocarburos del gobierno vasco? Es decir, políticos metidos a empresarios
del gas.
¿Cuántos partidos políticos
conoce el lector cuyo antiguo presidente haya llegado a CEO de una
multinacional petrolera? Porque ese el caso de Josu Jon Imaz, consejero delegado
y ejecutivo de REPSOL, compañía ésta, junto a GAS NATURAL, con intereses de
fracking en la cordillera cantábrica.
Si la cosa se le complicara al
PNV no dude el lector el contemplar la baza del nacionalismo. ¡La
independencia energética del País Vasco! ¡Por la que hay que hacer sacrificios!.
Ya la vimos en Escocia, antes de las elecciones y
del referéndum de independencia, con la propuesta de la estimulación de pozos en el Mar del Norte mediante
técnicas de fracking y hace poco con el fracking en tierra.
Lo curioso del tema es que la
propuesta no vino de políticos sino de empresarios, el último, el CEO de la química INEOS.
La lectura podría ser que para
las grandes corporaciones no existen ni partidos políticos, ni fronteras, ni
ciudadanos a ambos lados de las mismas. Existe la cuenta de resultados y las oportunidades de futuro.
Pero el tema daría para más. Cabe
la posibilidad de que el primer pozo del que participe SHESA se perfore en .... ¡Burgos!, fuera de los límites de País Vasco.
¿Y cómo es posible eso? Pues,
el ministro Soria, con los planes claros y siguiendo el guión energético de FAES, laboratorio de ideas del PP y fundación que preside el expresidente Aznar, y protagonista de los planes sobre el “hub gasístico español”, previno el
malestar y oposición de los ciudadanos y se “sacó de la manga” los permisos
exploratorios intercomunidades. Una acción que dice mucho de la calidad democrática del PP y del respeto a los órganos elegidos por los ciudadanos.
Estos permisos implican zonas terrestres de dos o más comunidades autónomas y así el gobierno se
atribuye las decisiones sobre el tema dándolo un carácter nacional mientras que rescinde los poderes decisorios de los gobiernos autonómicos.
¡Total, Castilla y León tiene
unos políticos “como Dios manda”!, que diría el presidente Rajoy. Ordenados y mandaditos y prestos a
obedecer a Madrid antes de prestar atención a las inquietudes que pudieran manifestar sus ciudadanos de las Merindades burgalesas.
El caso, es que finalmente el
PNV buscará seguir adelante, Rajoy es de ideas fijas, y no se sabe de otras, y de algunos de los nuevos en el ruedo político no debe esperar mucho el lector, y omitimos al PSOE, que tiene también lo suyo en el tema, pero que por
extensión del texto y por importancia en el tiempo, ahorramos en explicaciones.
¿Y los ciudadanos?, al final nos
quedará la queja y tomar quina. Tal vez la conducta de los quejosos ciudadanos
se explique por lo de la quina Santa Catalina, que tanto años tomándola pudieron influir más de lo que parece.
En cualquier caso, con la voluntad de ser constructivo, y en el supuesto de que nada vaya a cambiar, propondría hacer público el
patrocinio de los políticos. La situación sería la misma que la actual, pero con la ventaja de
que el ciudadano tendría mayor información y capacidad de decisión.
Por ejemplo, el ministro
Guindos, ¿llevaría en el bolsillo de la camisa el patrocinio del Banco Santander?, pues alguien
se podría animar a comprar acciones del banco.
¿Urkullu, muestra el patrocino
de Repsol? Pues hombre, lo mismo alguien tiene un primo esperando un puesto de trabajo
en una gasolinera del grupo y le motiva a votarle.
Al fin y al cabo, los
futbolistas y los pilotos de Formula I, entre otros, llevan el nombre del sponsor, ¿Por qué no iba a estar
justificado que lo llevaran los políticos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario