Al
centro, el ministro Johannes Remmel. (Foto: Juliana Fregoso)
Publicado en Forbes
(México)
Por Juliana Fregoso
4 de agosto de 2016
Se
opusieron porque nadie pudo explicarles los efectos del fracking al subsuelo,
al medio ambiente y a las personas. En México tampoco, pero la historia es
distinta.
Düsseldorf, Alemania.– North
Rhine-Westphalia (NRW) es uno de los 16 estados alemanes. En este momento
decide sus siguientes pasos en la transición energética que busca llevar al
país a un consumo de energías 100% renovables.
En el proyecto, que se puso en
marcha desde 2009, ya existen metas a corto, mediano y largo plazos. A pesar de
ser una tendencia en América que ha dejado ganancias millonarias a grandes
empresas, ese estado alemán ya tomó una determinación y dijo ¡No! al fracking
(o fractura hidráulica).
Johannes Remmel, ministro para
la Protección del Clima, Agricultura, Conservación y Protección del Consumo en
el estado de North Rhine-Westphalia, explicó recientemente ante un grupo de
periodistas de distintos países el porqué de la decisión.
En primer lugar, la llamada
guerra de precios en los hidrocarburos ya no hace necesario invertir grandes
cantidades de dinero en la perforación de estos pozos para extraer
hidrocarburos –extraer un barril de petróleo en Arabia Saudita tiene un costo
de entre 1 y 3 dólares, mientras que en Williston, Dakota del Norte (EU) la
obtención del mismo barril por medio de la técnica del fracking tendría un
costo de entre 35 y 40 dólares, según cálculos hechos por mundo.es a principios
de año.
Independientemente de los
precios, hay una cosa que preocupa en Alemania: hasta ahora se desconoce cuáles
son los verdaderos efectos que el fracking y la tecnología que requiere pueden
ocasionar al subsuelo, al medio ambiente, a los humanos y a población que vive
en zonas cercanas.
“El no conocer las
consecuencias del fracking nos muestra qué tan vulnerables somos y cómo estamos
expuestos al cambio climático. Necesitamos proteger nuestras especies,
necesitamos un resurgimiento de la naturaleza”, dijo posteriormente el ministro
ante medios teutones.
En el caso alemán, a nivel
nacional no está excluido el fracking, pero los estados tienen la facultad de
decidir si se aplica o no en su territorio; por ello, North Rhine-Westphalia
mantuvo su decisión de no permitir la fractura hidráulica.
La independencia en la toma de
decisiones en aspectos que afectan a la sociedad y los recursos naturales es
vital para que los estados logren imponerse a la federación, pero también lo
son los acuerdos políticos. “Nosotros estamos todos de acuerdo –los partidos
políticos– en no permitir ningún tipo de fracking”, dejó en claro el ministro
Remmel.
Independencia para esta toma de
decisiones es lo que menos tienen los estados mexicanos en medio de la llamada
reforma energética, y el fracking ha sido una de las principales preocupaciones
que la reforma estrella del gobierno federal ha traído a gupos ambientalistas.
No hay que olvidar que en
México la reforma energética promueve la extracción de gas shale por medio de
esta técnica, que aun sin reforma ya se utilizaba en el país desde 2003, según
información de organizaciones como la Alianza Mexicana Contra el Fracking, que
contabilizó más de 900 excavaciones en el país desde hace 13 años.
A estos pozos se les ha culpado
de temblores, de contaminar el agua… pero hasta ahora nadie sabe a ciencia
cierta cuáles son los efectos del fracking.
Lo deseable sería que antes de
incluirlo en un documento tan importante como es la reforma energética, la
población hubiera tenido más información sobre el tema, información con bases
científicas y con comparativos sobre el costo-beneficio.
Un documento llamado “Guía de
criterios ambientales para la exploración y regulación de hidrocarburos
contenidos en lutitas”, realizado por la Secretaría del Medio Ambiente y
Recursos Naturales (Semarnat), reconoce que la fractura hidráulica puede
desatar competencia por el agua, contaminación de los mantos acuíferos, contribuir
al calentamiento global, la contaminación del suelo y atmosférica, así como
pérdida de la biodiversidad.
Sí la máxima autoridad en
materia ambiental en el país lo reconoce, entonces ¿por qué sí al fracking en
México?
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