Publicado en Energy News
12 de enero de 2016
Extraer un barril de
petróleo en Arabia Saudí cuesta entre 1 y 3 dólares. Irak e Irán declaran
costes similares pero en Estados Unidos, el hidrocarburo no convencional, es
decir, el que se consigue mediante fractura hidráulica, sale por más de 40
dólares, y en Canadá las arenas bituminosas cuestan 80 dólares. ¿A qué
conclusión más que evidente se llega con estos números?
El precio del crudo está
por los suelos, por debajo de los 35 dólares el barril, y no
se espera un cambio importante al alza para 2016. Arabia Saudí no parece
dispuesta a levantar el pie de la producción de crudo y prefiere perder dinero
en el corto plazo para terminar con las nuevas empresas de hidrocarburos
occidentales nacidas al calor del fracking.
Pero no son estas
empresas de EEUU o europeas lo que más asusta a los analistas. Es la debilidad de la economía
asiática, especialmente la de China. Su caída del consumo
podría hundir el precio de las materias primas que compra. Ayer el banco
estadounidense Morgan Stanley advertía
que una mayor depreciación del yuan podría hacer caer el precio del petróleo
hasta los 20 dólares
por barril, y no es el único, otros analistas también lo
han avisado en los últimos días, como Goldman Sachs,
Citigroup o Merril Lynch.
El banco de inversión UBS aseguraba en
su informe de tendencias para el próximo lustro que el mundo puede llegar a ver
los ‘petroyuanes’, esto es, a países productores de petróleo aceptando vender a
China el oro negro denominado en la moneda asiática.
Y todo, ¿para qué?
Si Arabia Saudí, y con
ella todos los países de la OPEP, no cambian
de estrategia, el crudo ‘no convencional’, es decir, el que se extrae por
métodos como el ‘fracking‘ o las
minas de arenas bituminosas de Alberta (Canadá)- se va a convertir en un
moribundo que deberá buscar alternativas para sobrevivir.
“Arabia Saudí quiere
hundir el negocio de Estados Unidos que le había convertido en el primer
exportador de hidrocarburos del mundo”, explica a EnergyNews Julio Barea,
experto de Greenpeace
en el sector energético, “la sobrecapacidad de petróleo que hay en todo el
mundo y que se prevé que se mantenga por mucho tiempo tiene solo un objetivo,
acabar con la competencia del fracking norteamericano”.
Pero ¿qué hace el resto
de países productores de petróleo? En Oriente Medio un pozo puede dar petróleo durante
décadas pero no ocurre lo mismo en Venezuela, Rusia o Argentina. Muchos de sus
proyectos no son ahora rentables y sus ciudadanos están sufriendo las
consecuencias de un petróleo a precios de ganga. Y mientras tanto, entra en
escena Irán, con perspectivas de un millón de barriles al año más. Su
estrategia es colocarlos en otros países lo antes posible. Y por eso, ayer
mismo Irán anunciaba que pretende invertir en la construcción de una refinería
de petróleo en España con capacidad para producir 200 mil barriles de crudo
diarios, con el fin de garantizar la venta de hidrocarburos iraníes al
exterior.
No hay cabida para el
fracking
No salen los números.
Con esa competencia tan feroz, “podría ser que los proyectos de fractura
hidráulica ya en funcionamiento en EEUU o Canadá aguanten un tiempo, pero ¿qué futuro hay en España para
posibles propuestas? Ninguno, ya no es rentable ni la exploración”,
continúa Julio Barea, “además políticamente ningún partido político, excepto el
PP, apoya esta tecnología”.
“El futuro no es de los
hidrocarburos convencionales, ni siquiera del petróleo. Las grandes consultoras
internacionales y muchos fondos de inversión ya están señalando como negocio
invertir en renovables, un mercado que es imparable”, concluye el experto.
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