viernes, 22 de enero de 2016

'El gas nos está matando'


Una mujer muestra un cartel de protesta contra el escape de gas de Porter Ranch, en California.






Publicado en El Mundo
Por PABLO SCARPELLINI
19 de enero de 2016

Tras meses de exposición al metano




«Necesitan cerrarlo ya. Nos está matando». Lo dice Maureen Capra de forma contundente, dejándose llevar por la energía de un gimnasio abarrotado de vecinos. Aunque esta fuga de gas metano no ha matado a nadie, se dice pronto que sean ya casi tres meses de un constante riesgo, de olores extraños, de dolores de cabeza continuos, de narices sangrantes, de asma, de sensación de indiferencia por parte de la corporación responsable del problema, la Southern California Gas. 

No es el fin del mundo, como reconocen algunos residentes de Porter Ranch, pero sí un factor que ha cambiado la vida de los residentes de esta comunidad desértica del Valle de San Fernando, muy al norte de Los Ángeles, una ciudad de clase acomodada que, por su posición al sur de las montañas, se convirtió con los años en un rincón deseado por su aire puro. Tamaña ironía. 

Ahora huele a gas de forma permanente. «Está en mi casa. Está en mis muebles. Está en nuestros cuerpos», continúa Capra, una de las más veteranas del lugar tras residir más de cuatro décadas la localidad. Aprovecha esa reunión de afectados por el problema para cargar contra la corporación, un caso que recuerda y mucho al de Hinkley, California, inmortalizado por Steven Soderbergh en 2000 con Erin Brokovich. 

Entonces la compañía en cuestión, Pacific Gas & Electric, tuvo que pagar 333 millones de dólares en compensaciones por los químicos que usó en el agua y que provocaron múltiples casos de cáncer a sus residentes. 

Más de 1500 quejas

Aquí, en Porter Ranch ya se habla de un mini Chernobil para referirse a los problemas del viejo pozo de gas de donde emana el problema, con oriundos del lugar como Robert Park, que teme que su enfermedad crónica pulmonar contraída a raíz de su servicio militar en Irak se agrave por la presencia del gas en el aire.

Más de 2.000 familias ya han optado por aceptar la oferta de la empresa y marcharse del vecindario a hoteles y apartamentos hasta que se termine la crisis, aunque no hay una fecha concreta para eso.

«¿Qué es lo que necesitan para poder cerrar esta arcaica y destruida instalación?», preguntó Kelly Hill, otra residente en esa misma reunión de vecinos, a la espera de que comiencen a llover las demandas, con unas 1.600 quejas presentadas hasta la fecha. 

De lo que no hay datos precisos es de la cantidad de animales afectados por la situación, pero sí se sabe que del total de desplazados, 2.479 casas, más del 40% tenían mascotas, fundamentalmente perros y gatos que, o han tenido que pasar por el veterinario o no han podido sobrevivir a la constante fuga de gas metano que ha marcado la existencia de este pueblo desde el pasado 23 de octubre.

Aunque los expertos citados por Los Angeles Times no están seguros de que haya una conexión directa con estos casos, muchos de los dueños -una lista en la que también hay caballos y pájaros-, han sido testigos de señales inequívocas sobre los problemas que están experimentando estos animales. 

Situaciones como la de Amy Masliah, que asegura que la desagradable y súbita muerte su perra tuvo que ver con la fuga. Al parecer, hace siete semanas le descubrieron un tumor en los pulmones que acabó con su existencia en muy poco tiempo. 

«La muerte de la perra fue horrible y muy desagradable», relató al Times, convencida de que la situación provocada por la Southern California Gas tiene que ver con la tragedia. Ahora, además, le preocupa la salud del hermano de la perra fallecida, Clyde, que lleva días tosiendo y con una mucosidad anormal.



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