Plataforma
de «fracking» en Dakota del Norte - REUTERS
Publicado en ABC
Por Luis M. Ontoso
16 de enero de 2016
El
número de plataformas en activo en el país cayó a plomo a cierre de 2015 a 714,
1.168 menos que en el mismo mes de 2014 y la menor cifra desde 1998
La
estrategia de Arabia Saudí para blindar su cuota de mercado ha sacudido a
la hasta el momento floreciente industria del petróleo estadounidense. En pocos
años, Estados Unidos ha pasado de vivir un renacimiento energético, gracias a la
irrupción de la técnica del «fracking» (fractura hidráulica, mediante la
inyección de agua a presión y otros componentes químicos en el subsuelo), a ver reducido el número de plataformas en
activo -no solo las terrestres, sino también las plantas
«offshore» marítimas- a
mínimos.
Según datos del pasado
diciembre proporcionados por la petrolera Baker
Hughes, el número de estas instalaciones en activo descendió a cierre de 2015 a 714, 1.168 menos que en el mismo mes del año
anterior (un 62,06% inferior) y la menor cifra desde diciembre
de 1998 -varios años antes de que se expandiera por Norteamérica la técnica de
la fractura hidráulica- cuando el número de plataformas se situó en 647. La senda bajista con la que ha iniciado 2016 el
importe del crudo anticipa mayores descensos durante este año.
De hecho, según esta firma, en la primera semana de enero el número de
plataformas ha bajado un 7% más hasta 664.
Fuerte
reestructuración
Existen diversas
interpretaciones sobre qué significa este descenso de instalaciones
petrolíferas activas, algo que guarda una relación directa con el declive de
una industria que ha visto en pocos meses cómo algunas de sus principales compañías se han precipitado a
la suspensión de pagos o se han visto obligadas a llevar a cabo
importantes recortes de plantilla.
Según el portal
«Bankruptcydata.com», en 2015 se registraron
40 solicitudes de empresas energéticas para acogerse al «chapter 11»
(fórmula similar al concurso de acreedores español). La última de ellas fue Swift Energy, que pasa a
engrosar una lista entre las que se encuentran algunas de las petroleras más
relevantes del país, como Samson
Resources (la mayor firma no cotizada de petróleo y gas
estadounidense) y Sabine
Oil & Gas. Otras, como la texana Pro-Stim, han sido
incapaces de encauzar el negocio y se han visto obligadas a echar el cierre.
En la mayor parte de los casos,
las compañías han optado por adaptarse a este entorno de fuerte
competencia aplicando severos ajustes de costes, que se han traducido, en
algunas ocasiones, en planes masivos de despidos, como los realizados ya por
Chevron, ConocoPhillips, Schlumberger y Lufkin Industries, entre otros.
«El objetivo de Arabia Saudí no
es solo expulsar del mercado a la competencia de EE.UU., sino a la del resto
del mundo, incluidos otros países del Golfo», explica Mariano Marzo, profesor de
recursos energéticos y geología del petróleo en la Universidad de Barcelona,
quien señala que pocos países al margen de Arabia Saudí -Kuwait, Irán
e Irak- pueden permitirse una
producción de crudo en un entorno tan exigente de precios bajos.
La drástica reducción de
plataformas en activo en EE.UU. no se ha visto, sin embargo, reflejada en su
producción. Durante casi todo 2015 la extracción de crudo rebasó los 9 millones de barriles por día,
frente a los 8,7 millones de 2014. A juicio de Marzo, este
contraste entre la reducción de plataformas y la mayor oferta ejemplifica el
que es uno de los principales desafíos del sector ante el pulso saudí: la
búsqueda de una mayor eficiencia y, al mismo tiempo, preservar en la medida de
lo posible «la materia gris» y los empleos para aprovechar un futuro rebote de
los precios. «Ese es el camino ante el contexto de precios bajos. La situación
actual no es el fin de la industria, pero solo sobrevivirán los más fuertes»,
dice.
La cuestión es hasta cuándo el
Gobierno saudí podrá mantener esta estrategia, en la que parece obcecado pese a
su enorme coste económico y social para el país. Y si, dados los
signos de debilidad que lanzan la economía china -uno de los principales
consumidores- y los países emergentes, el precio del crudo será capaz de
estabilizarse ante una previsible y profunda caída de la demanda.
Riad, cuyos ingresos dependen
en un 90% del crudo, busca liquidez para mantener sus costosos servicios
sociales y aplacar el aumento de su déficit público, que podría cerrar 2015
cerca del 20%, según estimaciones de los analistas. Esto en un país que
históricamente había registrado, año tras año, superávit fiscal (de un 12% hace
tan solo tres años). Con este fin, el ministro de Defensa y príncipe heredero,
Mohamed bin Salman, anunció que el Ejecutivo saudí está dispuesto a sacar a
Bolsa en los próximos meses un pequeño porcentaje del capital de
la petrolera estatal Aramco, la compañía más valiosa del mundo y hasta
ahora 100% pública.
El
“fracking” en España
Mientras tanto, en España el
bajo precio del crudo sumado a la incertidumbre política arroja dudas sobre las
solicitudes efectuadas para realizar
proyectos de «fracking», la mayor parte de ellos en Castilla y
León y la cuenca cantábrica. David Alameda, director general de la plataforma
Shale Gas España, detalla que el resultado de los trámites medioambientales
para los proyectos de exploración presentados por la canadiense BNK en el norte
de la provincia de Burgos se conocerán en breve. Ante la posición crítica de
todos los partidos excepto el PP a esta técnica de extracción, Alameda advierte
de que las empresas apelarán a la ley vigente en el caso de que un nuevo
Gobierno contrario al «fracking» modifique la normativa actual.
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