El presidente de Repsol, Antonio Brufau (d), y el
consejero delegado, Josu Jon Imaz. (Reuters)
Publicado en El Confidencial
Por Eduardo
Segovia
17 de septiembre de 2015
Bank of America Merrill Lynch ha emitido un informe demoledor sobre la
petrolera en el que afirma que tendrá que tomar medidas drásticas para evitar
una bajada de su rating a bono basura
Antes de la operación de Talisman, Repsol era la petrolera europea mejor posicionada para resistir el derrumbe del petróleo
Por
si Repsol no
tenía suficiente con el duro castigo sufrido este verano por culpa de la caída del
crudo y de los problemas derivados de la compra de Talisman, Bank of America Merrill Lynch emitió
ayer un durísimo informe con el significativo título "Post Talisman: 2 + 2 = 3".
En él, el banco de inversión pinta un escenario muy delicado para la petrolera
española, en el que considera inevitable que tome medidas drásticas para evitar
una bajada de rating por el enorme enduedamiento derivado de la adquisición de
la canadiense. Entre ellas, cita la reducción o supresión del dividendo y la
venta de activos, probablemente Gas
Natural. Su recomendación es 'infraponderar' con un objetivo de
9 euros, lo que supone un potencial de caída del 20%.
Las
principales causas de este panorama son el altísimo endeudamiento asumido por
Repsol para la citada adquisición (se ha multiplicado por siete hasta alcanzar
3 veces su Ebitda, beneficio operativo bruto) por 10.400 millones y la
necesidad de que el petróleo se sitúe por encima de 85 dólares para
rentabilizarla. Dado que éste se encuentra en 50 dólares y no va a alcanzar los
niveles previstos por Repsol ni siquiera en 2020, según las previsiones de este
banco de inversión, Repsol tiene un serio problema que amenaza con provocar una
bajada de su calificación crediticia a 'bono
basura': actualmente, se encuentra en BBB-, el último escalón
ante de entrar en esa categoría, y el CDS (seguro contra riesgo de impago) de
la empresa ha subido el 60% desde junio.
Y
esa bajada tendría dos consecuencias muy graves para la empresa que
preside Antoni Brufau:
por un lado, tiene que refinanciar
unos 2.000 millones entre 2016 y 2017, y de esta forma le
saldría bastante más cara la nueva deuda; y por otro, debe renovar la licencia
de sus mejores campos petrolíferos en Indonesia, y parece difícil que el
Gobierno de ese país otorgue la concesión a una empresa con rating de bono
basura.
A todo esto hay que sumar que los beneficios de Repsol
no sólo van a caer este año por el derrumbe del precio del barril sino también
por el área de refino, que supone el 60% de los ingresos de la empresa
española, debido a la puesta en marcha de refinerías en Oriente Medio que
hará que buena parte del petróleo crudo que importa ahora Europa (y que
refinan Repsol y sus competidores) venga ya refinado.
Así pues, la firma tiene que hacer algo para
solucionar una situación que combina la dilución para el accionista del scrip
dividend (dividendo en acciones), la dilución de la adquisición de
Talisman, un balance excesivamente apalancado, unos recursos relativamente
bajos y muy poca capacidad para recortar el gasto de inversión. Lo más
preocupante es que, antes de la adquisición de la canadiense, Repsol era la
mejor preparada de las grandes petroleras para afrontar la caída del
barril, a juicio de Merrill, porque tenía el menor endeudamiento y la mejor
cobertura de refino, gracias a la habilidad de Brufau para lograr la suculenta
indemnización por la expropiación de YPF.
Para leer la noticia COMPLETA,
[*] La compra de Talisman Energy por parte de Respol
se consideró la entrada de la compañía española en el negocio del “fracking” y
del petróleo en Norteamérica. Mientras que REPSOL pensó que la operación de
Talisman le podría situar entre las 15 primeras petroleras del mundo con un
incremento de la producción del 76%, el Ibex
mostró una postura más distante por parte de los inversores.
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