Santander, 5 ago (EFECOM)
El
economista Christian Patermann, director del programa de Biotecnología,
Agricultura y Alimentación de la Comisión Europea (CE), piensa que el
"fracking" puede ser una ventaja competitiva para países de gran
tamaño, como Estados Unidos o Canadá, pero ve más riesgo en estados pequeños.
Según
dice, en la utilización de esta técnica entran además en "conflicto"
cuestiones como la autonomía energética, la competitividad o el empleo y, por
eso, es una decisión difícil y no ve una "respuesta común" para toda
Europa.
Patermann,
que participa esta semana en Santander en un curso de la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) sobre bioeconomía, reconoce que la técnica
de fractura hidráulica "puede ser una gran ventaja" económica para
países grandes, como Estados Unidos y Canadá, donde ha abaratado la energía.
Pero
añade que en países más pequeños y con más densidad de población, como
Alemania, Austria o Suiza, conlleva más riesgo.
Ahora
bien, también señala que si las economías europeas quieren colocar sus
productos en el mercado americano, se van a encontrar que las industrias
locales compiten con mejores precios, porque los menores costes energéticos.
La
consecuencia, a su juicio, será la "pérdida de empleo". "¿Y
quién puede tolerar eso?", se ha preguntado este experto de la CE, que ha
trabajado también para el Gobierno alemán y ha sido asesor sobre energía
nuclear y cambio climático, entre otras políticas.
En
su opinión, la respuesta a esa pregunta y a este "conflicto" entre
"autonomía energética" y "competitividad" es
"difícil", y por eso, Europa habla "con voces distintas" en
este asunto.
Ha
recordado, por ejemplo, que en Polonia el gobierno central y muchos gobiernos
locales apoyan esta técnica, que consiste en inyectar grandes cantidades de
agua, arena y productos químicos a presión para romper las rocas y liberar el
gas o el petróleo almacenado en ellas.
En
Alemania, en cambio, sólo se permite el "fracking" como técnica de investigación,
y en otros países las posturas son diversas.
"Yo
no veo una respuesta común para Europa", ha afirmado en una rueda de
prensa junto al rector de la UIMP, César Nombela.
En
cualquier caso, piensa que el hecho de que exista esta discusión sobre el uso o
no de esta técnica demuestra la necesidad de poner más esfuerzos en el
desarrollo de las energías renovables y de apostar también por la bioecomomía.
Esta
última materia es el eje del curso en el que participa en la UIMP, donde ha
destacado las oportunidades que plantea la bioeconomía, no sólo para la
sustitución de combustibles fósiles, sino también para el desarrollo de nuevos
materiales.
En
la actualidad, el sector químico europeo basa entre el 15 y el 18 por ciento de
sus materiales en productos de base biológica, pero Patermann augura un
crecimiento importante.
También
cree que la biomasa y otros combustibles biológicos irán ganando peso en el mix
energético, pero precisa que no "será de un día para otro", sino que
es cuestión de años.
Países
como Holanda, Alemania, Finlandia y otros del norte de Europa lideran
actualmente el avance de la bioeconomía, mientras que España está empezando
ahora a marcar su camino con una estrategia que Patermann considera "muy
interesante".
Este
experto confía en las capacidades de España para cumplir con los objetivos de
la estrategia europea de energía para 2020, porque tiene biomasa, sol y viento,
y es, en sus palabras, "una Arabia Saudí de las renovables".
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