Hace pocos días, el presidente de la Asociación
española de compañías de investigación, exploración y producción de
hidrocarburos y almacenamiento subterráneo (ACIEP), Francisco de la Peña, afirmaba
que el fracking "no conlleva ningún riesgo mucho mayor que el de cualquier
actividad industrial", a la vez que remarcaba la “oportunidad de futuro”
para Castilla y León, comunidad donde los políticos son más proclives a abrir el
territorio para las prácticas del fracking.
Estas afirmaciones se enmarcan dentro de la
celebración de unas jornadas destinadas a hacer más amigable la polémica
técnica de extracción de hidrocarburos. Así, se remarcó la posibilidad de ingresos para
las comunidades afectadas por los pozos de exploración y posteriormente de
extracción, a la vez que se buscaba minimizar los aspectos negativos relacionados
con el medio ambiente y la salud.
De hecho, se busca vender el gas como más “verde”
que el carbón con su quema y asociándolo con menos CO2 emitido
a la atmósfera. Sin embargo, el lector comprobará que toda comparación, por
parte de la industria, se limita a dicha quema, evitando los procesos asociados
a la extracción y transporte de este gas de fracking.
Así, para un lector despistado parecería que el
gas de fracking se inscribe dentro de un mundo idílico y donde, escuchando a
los responsables de Shale Gas, no tendría cabida ningún efecto adverso
importante.
Si repasamos tranquilamente las páginas del blog
encontraríamos muchas entradas referenciadas con artículos científicos que
vendrían a contradecir opiniones tan bondadosas con la técnica.
Actualmente, no sabemos lo que el fracking
implica para el cambio climático. Si la quema de gas reduce el CO2 respecto al carbón, la importancia final del metano en la atmósfera nos es desconocida.
Hemos leído sobre pozos defectuosos que emiten
metano, un gas con mayor efecto invernadero que el CO2, escapes durante su transporte
y almacenamiento, fracturas horizontales que coinciden que otras ya existentes y
favorecen escapes del gas por pozos antiguos…
Nadie puede poner encima de la mesa la cantidad
real de metano emitido a la atmosfera durante todo el proceso que implica obtener
el gas de fracking.
También hemos leído sobre las amenazas para el agua potable, que
la industria niega de forma férrea, y sin embargo, hace pocos días leímos como el
comité de asesores científicos externos de la EPA discutía a la propia Agencia
estadounidense por atribuir un peligro escaso que era incapaz de demostrar.
Algo así, como sí un restaurante defendiera la
excelencia de su menú mientras que es puesto en duda por… ¡los propios
cocineros!
Hemos leído sobre problemas de salud con los
compuestos volátiles emitidos con la explotación del fracking y como la calidad de vida de los
residentes cercanos se resentía.
Si Shale Gas promete regalías con el fracking,
no sabríamos si llegarían a compensar la pérdida de valor de las propiedades en
los enclaves activos. La pérdida de valor de las viviendas y
propiedades ha sido reconocida en informes oficiales en Estados Unidos y Reino
Unido.
Simplemente, es un tema de sentido común, ¿quién
querría vivir al lado de un sucio proceso
industrial de extracción de hidrocarburos?
Sin embargo, Shale Gas contaría con el beneplácito
de los responsables políticos de la Junta de Castilla y León para empezar a perforar en
Burgos.
Las autoridades se disponen a emitir los permisos
medioambientales, sin necesitar siquiera… ¡de un informe independiente!, como han exigido un buen número de dirigentes políticos en otros países para tomar una decisión.
Sin duda, contarán con el reconocimiento de los
máximos responsables de su partido político en Madrid, pero, ¿será una decisión responsable
con los ciudadanos de su Comunidad?
El tema parece claro, para ellos y para Shale Gas todo es
beneficio.
Pero, ¿cómo es posible que todas estas personas
no perciban ningún inconveniente?, ¿qué no entiendan de la existencia de ningún aspecto negativo?
Tal vez, lo pueda explicar una persona que no llegó a conocer la fracturacion hidráulica.
Seguramente, el lector pueda entender una
frase del escritor estadounidense Upton Sinclair, fallecido muchos años antes
de que el fracking fuera actualidad:
“Es difícil hacer
entender algo a una persona cuyo salario depende de no entenderlo”
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