jueves, 5 de junio de 2014

La cara "menos emocionante" del fracking







El fracking deja “fisuras” en Texas



Publicado en CNN Expansión

Por: Peter Elkind

03 de junio de 2014

 

En Forth Worth, el auge de la perforación en busca de ‘shale gas’ perdió impulso y dejó secuelas; vecinos y autoridades se enfrentan a ganancias menores a las esperadas y a consecuencias ambientales

La euforia —y las plataformas de perforación— se dispararon en Fort Worth cuando se inició el auge del gas natural hace una década. Muchas personas disfrutaron de los beneficios. Pero hoy la emoción se ha trasladado a otro sitio, dejando atrás demandas y resentimientos.

Durante el gran frenesí de la perforación del shale gas (gas de esquisto) que se extendió través de Estados Unidos, Fort Worth, Texas —ubicado en el centro de los 13,000 kilómetros cuadrados del campo de gas natural Barnett Shale— era el epicentro.

El auge de la perforación se trasladó primero a Arkansas (Fayetteville Shale) y a Louisiana (Haynesville Shale), luego a Pennsylvania, West Virginia, Ohio y Nueva York (Marcellus Shale y Utica pizarra). Más recientemente, la emoción se ha centrado en los campos de esquisto que producen petróleo crudo, lo cual es mucho más lucrativo: como el Bakken Shale en Dakota del Norte y el Ford Eagle en el sur de Texas,

Ha pasado una década desde que comenzó el auge, y eso hace que sea el momento justo para mirar hacia atrás, en lo que comenzó en Fort Worth y ver lo que se quedó  atrás. Como cualquier manía económica vino y se fue rápido. En diciembre de 2004, los arrendamientos de perforación en el norte de Texas significaron bonos de contratos de 500 dólares por acre, más un porcentaje de las regalías de perforación; cuatro años después, los bonos superaban los 30,000 dólares. Hoy en día, cualquier propietario de tierras que firme un nuevo contrato de arrendamiento tiene una bonificación de alrededor de 5,000 dólares por acre.


En su punto más alto, durante 2008, había cerca de 200 equipos de perforación activos en el Barnett Shale, que trataban de aprovechar las nuevas plantas de producción de gas. Hoy en día hay 22, según RigData.

Con 17,546 pozos existentes que, constantemente, producen menos durante su vida natural, em Barnett rinden ahora alrededor de 4,900 de pies cúbicos de gas natural por día, con un descenso de más del 20% desde su pico de 2011, según el editor del Powell Shell Digest, Gene Powell. La producción de gas de Barnett continuará durante décadas y podría subir de nuevo con un gran salto en los volátiles precios del gas natural (ahora están alrededor de 4.55 dólares por millón de BTU) y hace que las nuevas perforaciones sean más rentables. 

Mientras tanto, el auge del fracturamiento hidráulico (fracking) ha creado miles de empleos locales y ha amortiguado el sufrimiento de la zona desde la recesión de 2008. La tasa de desempleo de Fort Worth se mantiene muy por debajo del promedio nacional. 

Pero se ha desinflado...
 
Los sueños de convertirse en un nuevo rico se han desvanecido rápidamente, en medio de una realidad mucho menos emocionante. El auge de Barnett ha generado muchos menos ingresos por regalías que lo que esperaban muchos funcionarios públicos y propietarios. Permitida incluso en los barrios residenciales de Fort Worth, la perforación de gas también ha creado engendros industriales, carreteras rotas, problemas de contaminación y demandas judiciales. Los geólogos incluso vinculan al fracking —específicamente, la eliminación de los desechos líquidos de perforación en los pozos subterráneos— a decenas de pequeños terremotos locales. 

Los sueños de convertirse en un nuevo rico se han desvanecido rápidamente, en medio de una realidad mucho menos emocionante. El auge de Barnett ha generado muchos menos ingresos por regalías que lo que esperaban muchos funcionarios públicos y propietarios. Permitida incluso en los barrios residenciales de Fort Worth, la perforación de gas también ha creado engendros industriales, carreteras rotas, problemas de contaminación y demandas judiciales. Los geólogos incluso vinculan al fracking —específicamente, la eliminación de los desechos líquidos de perforación en los pozos subterráneos— a decenas de pequeños terremotos locales. 

Durante un tiempo, la euforia prevaleció, en medio de pláticas sobre una nueva fuente de energía limpia que movería a Estados Unidos hacia la independencia del petróleo extranjero y que generaría una ganancia económica local. Después de que los perforadores lanzaron una guerra de licitaciones para conseguir superficie de perforación local, los expertos de la industria proclamaron el amanecer de una “edad de oro” para el gas natural.
Y nadie se puso manos a la obra en Fort Worth como Chesapeake Energy, con sede en Oklahoma City, liderada por el entonces presidente ejecutivo Aubrey McClendon. (A través de un portavoz, Chesapeake declinó hacer comentarios para este artículo). 


Compitiendo por el favor —y por la superficie— contra XTO Energy, el chico local de Fort Worth, y contra otras empresas, Chesapeake prodigó toda clase de adulaciones para ganar los corazones y las mentes de los lugareños: 100,000 dólares para un monumento conmemorativo de la policía y los bomberos; 1 millón de dólares para ayudar a construir un nuevo museo de ciencias e historia de la ciudad (otros cuatro perforadores aportaron 1 millón de dólares cada uno); y 1 millón de dólares a la YMCA para crear el “Fondo de Donación Barnett Shale". 

Mientras tanto, la propaganda sobre Barnett Shale estaba en todas partes. Chesapeake promovió los beneficios económicos de la perforación con una campaña protagonizada por el actor Tommy Lee Jones. Produjo infocomerciales de 30 minutos llamados Citizens of Shale ("Ciudadanos del Shale"), y compró tiempo de emisión para transmitirlos en los canales locales. Planeo una transmisión regular —llamada shale.tv— cuyo anfitrión sería un presentador local retirado. Se unió a otras 10 empresas de energía para formar el Barnett Shale Energy Education Council y contrató a un economista veterano para realizar programas locales de "extensión". 

En un lugar de perforación, junto a un centro comercial en la zona suburbana Grapevine, erigió el "Centro de Aprendizaje Chesapeake", donde los visitantes podían participar en excursiones autoguiadas para ver las operaciones de gas natural de cerca. 

En 2008, con los precios de la gasolina brevemente por encima de los 10 dólares, Chesapeake gastó 104 millones de dólares para comprar un llamativo edificio de oficinas de 20 pisos en Fort Worth para sus oficinas centrales regionales. 



En la Texas, amistosa hacia la perforación, todo esto —y el atractivo del dinero a cambio de nada—, acalló las pocas voces de advertencia. Otras ciudades permanecerían cautelosas acerca de las vistas, los olores, y los sonidos de la perforación urbana, que requiere de plataformas, tuberías, maquinaria ruidosa y los camiones pesados. 

Incluso después de que las plataformas se vayan a otra parte, producir gas requiere de un equipo en la boca del pozo, tanques de almacenamiento, y (a menudo) un compresor en un sitio industrial cercado o amurallado de tres a cinco hectáreas; camiones pesados vienen y van para transportar los desechos de perforación. Eso es difícil de ignorar en un barrio residencial. Pittsburgh después prohibiría en general la perforación dentro de límites de la ciuda.

Pero Fort Worth, liderado por un alcalde petrolero —y una ciudadanía encantada con la perspectiva de ganancias inesperadas por arrendamientos— únicamente impuso restricciones modestas. Pronto hubo plataformas en todos lados. 

Al parecer, todo el mundo con un pedazo de tierra, estaba firmando acuerdos de arrendamiento, incluyendo la misma ciudad de Fort Worth. El Fort Worth Star-Telegram vendió los derechos para perforar bajo su planta de impresión. El aeropuerto Dallas-Fort Worth recibió un bono de contrato por 186 millones por parte de Chesapeake. 

Entonces, de repente, el auge terminó. Incluso a medida que la producción de gas natural se disparaba y los precios del gas se desplomaban, las empresas de energía había seguido apostando por nuevos arrendamientos, impulsando algunas ofertas de contratos de arrendamiento hasta por encima de 30,000 dólares. 



Un grupo multitudinario que reunió a 28 asociaciones al suroeste del vecindario de Fort Worth, en representación de cerca de 50,000 propiedades, había negociado cuidadosamente un acuerdo grupal con Vantage Energy con sede en Colorado, que accedió a pagar un bono de 27,500 dólares por acre, cumplir con las duras restricciones de perforación, y donar 500,000 dólares para proyectos en el área. Los residentes de los vecindarios deberían a cambio firmar un contrato de arrendamiento durante varias reuniones que se esperaban continuaran durante meses en la Iglesia baptista local. 

Los contratos caen
 
En vez de eso, el 14 de octubre de 2008, con solo una quinta parte de los contratos de arrendamiento firmados, el presidente ejecutivo de Vantage convocó a los máximos dirigentes vecinales a una reunión para decirles que la junta de firma de contratos de ese día —la cual ya estaba en curso— sería la última. La donación caritativa de 500,000 dólares también estaba descartada. Todo esto sería mantenido en secreto hasta que Vantage anunciara oficialmente su acción al día siguiente, recuerda el principal negociador de los vecindarios, Tolli Thomas. 

En cambio, la voz se corrió rápidamente, y más de 1,000 personas desesperadas se apresuraron en ir a la Iglesia, con la esperanza de firmar contratos y cobrar la oferta, al saber que el acuerdo estaba a punto de ser cancelado. Pero muchos de sus arrendamientos aún no habían sido preparados. (En una “carta abierta” a los residentes de la zona para “pedir disculpas” por cualquier inconveniente, el presidente ejecutivo de Vantage, Roger Biemans, dijo que su compañía honraría todos los acuerdos ejecutados, pero que no firmaría más contratos de arrendamiento en los términos negociados debido a la “agitación del mercado” y “a la drástica caída en los precios del gas natural”). 

Chesapeake, XTO, y el resto de los perforadores también retiraron sus grandes ofertas de la mesa. La nueva oferta de gama alta (por parte de las pocas empresas que siguen firmando contratos de arrendamiento): 5,000 dólares por acre por año. Los residentes enojados y saqueados por Vantage, Chesapeake y otras empresas presentaron demandas contra docenas de perforadores, en busca de obligarlos a honrar las ofertas originales también. Pero los litigios fueron infructuosos. 

Los propietarios que habían firmado contratos de arrendamiento se sintieron decepcionados al descubrir que proporcionarían solo un modesto ingreso modesto; para los propietarios de un terreno residencial, quizás entre 25 y 50 dólares al mes. Varios propietarios de tierras incluida la ciudad de Fort Worth, el distrito escolar, el Aeropuerto DFW, el multimillonario Ed Bass, y el Star-Telegram demandaron a Chesapeake, acusándolo de acortar sus ganancias. (En 2012, Chesapeake pagó 5.3 millones de dólares en regalías atrasadas para llegar a un acuerdo con el aeropuerto. Continúa impugnando otros casos, insistiendo en que ha pagado lo que debía en cada caso). 


Mientras tanto, un funcionario de transporte estatal anunció que la reparación de daños en la carretera a lo largo de Texas, causados por los pesados camiones de la industria de la perforación, costaría hasta 2,000 millones de dólares. Los residentes se quejaron de la contaminación de las aguas subterráneas y del aire. (La industria ha dicho que no hay ninguna prueba de que la perforación haya causado la contaminación). 

Y finalmente están los terremotos: decenas de pequeños temblores han asustado a los residentes. Los expertos los han vinculado con los pozos de deshecho utilizados para inyectar desechos líquidos del fracking en aguas subterráneas profundas. Aunque las compañías de energía y los funcionarios estatales dicen que no hay pruebas concluyentes de las causas de los terremotos, una serie de temblores en el aeropuerto de Dallas-Forth Worth que duraron hasta el 2009, terminaron cuando dos pozos de deshecho fueron cerrados. 

Chesapeake es mucho menos visible en los alrededores de Fort Worth en estos días. Ha vendido la mayor parte de su superficie en Barnett, ha recortado su plantilla local y, en 2012, puso a la venta su edificio de 20 pisos de la sede regional (aún no se ha vendido). El CEO de alto perfil de la compañía, McClendon, anunció su dimisión en enero de 2013 en medio de grandes pérdidas por enorme apuesta en gas natural —entonces en precios cercanos a mínimos— y revelaciones acerca de sus tratos preferentes con la compañía. La compañía ha reducido a solo dos sus plataformas de perforación en el Barnett Shale. 


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