Por Sinembargo.mx
Publicado en El Mañana de Nuevo Laredo
Las grandes petroleras de Estados Unidos se han dedicado a promover esta técnica de extracción, sin detenerse a considerar los riesgos ambientales que provoca.
El 13 de julio de 2011, Francia se convirtió en el primer país del mundo en prohibir la aplicación de la técnica del fracking o “fractura hidraúlica”. El 14 de julio de 2012, Bulgaria se sumó a esa prohibición, bajo el argumento de que la extracción de petróleo y gas de esquisito presenta “serios riesgos ambientales” e incluso genera elementos radioactivos y otros carcinógenos.
La decisión de esos países, que fue tomada luego de grandes movilizaciones sociales de protesta, se ha extendido a Irlanda del Norte, Alemania, Rumania, Suiza, España e Italia, que ya han decretado o tramitan moratorias totales o en algunas de sus regiones para detener su uso.
Lo mismo pasó en Canadá, en la provincia de Quebec, que suspendió perforaciones en 2011; en el estado de Nueva Gales del Sur, en Australia; en la región de Karoo, en Sudáfrica, y en la provincia de Río Negro, en Argentina, entre otras.
Pero es en Estados Unidos, el país que con más énfasis promueve el fracking, donde el debate y la batalla se ha desatado con mayor intensidad, sin que hasta ahora ni el gobierno de Barack Obama ni las grandes empresas petroleras, como Exxon Mobil, Chevron y Halliburton, cedan un milímetro.
Estas tres petroleras, por ejemplo, han gastado cientos de millones de dólares para difundir acciones de propaganda y lobbies en defensa del fracking. Ninguna parece dispuesta a ceder, pese a que estudios científicos de diversas universidades y centros de investigación médica alertan sobre los riesgos de la explotación del gas lutita, principalmente la contaminación de mantos acuíferos y la generación de más sismos y con mayor intensidad.
El Centro Tyndall de la Universidad de Manchester, en Reino Unido, fue uno de los primeros en investigar los impactos de la extracción de gas de esquisto sobre el medio ambiente. Para ello analizó 260 productos químicos usados en el fracking; de ese total, 17 fueron considerados tóxicos para organismos acuáticos, 38 tóxicos agudos, ocho cancerígenos probados y otros seis bajo sospecha de serlo, siete elementos mutagénicos y cinco que producen efectos sobre la reproducción humana.
La extracción de gas de esquisto se da a nivel industrial en Oklahoma, Pensilvania y Texas, en Estados Unidos, y ha acelerado su actividad en la región de la Cuenca de Burgos en México, misma que comprende el territorio norte de los estados de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas.
En los últimos meses, estas entidades de EU y México han reportado un número inusitado de sismos que, además, son de una intensidad histórica para esas zonas.
Los expertos de la Universidad de Texas y también de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) han alertado recientemente que una de las causas del aumento de los temblores es justo la extracción de gas con la técnica del fracking.
Si se considera que, tras la aprobación de la Reforma Energética en México, llegarán más empresas a explotar esos campos de gas, el asunto puede ponerse cada vez peor, prevén.
Actualmente, las empresas contratistas de Petróleos Mexicanos (Pemex) en la Cuenca de Burgos son Repsol, Tecpetrol, Petrobras y Lewis Energy, que tienen ya 7 mil pozos perforados. Pero, de acuerdo con las previsiones de Pemex, esos campos dan para abrir hasta 17 mil pozos hacia 2022, con profundidades mayores a los 4.5 kilómetros.
Las advertencias de expertos en geología y salud a nivel mundial se han expandido como reguero de pólvora. Pero en México, los legisladores y el gobierno federal se hacen ojo de hormiga.
Ni en la Cámara de Diputados ni en el Senado de la República hay un reclamo serio por estos efectos, ni mucho menos una iniciativa que promueva un estudio formal sobre el tema.
Es verdad que llegarán muchos recursos técnicos e inversiones a esa región, ¿pero cuál será el costo ambiental para esos estados?, ¿qué daños provocará el fracking, con su inyección de agua y químicos al medio ambiente?, ¿qué impacto tendrá en la salud de los habitantes a futuro?, ¿cómo dañará está técnica el deslizamiento de las placas tectónicas?
Mientras otros países han frenado por completo esa extracción, tras comprobar el riesgo significativo de contaminación del suelo y el agua, en México vamos de lleno y sin un enfoque precautorio hacia su uso masivo. Es la hora que los legisladores que aprobaron la Reforma Energética y el propio gobierno den una pronta respuesta, antes que la tragedia ambiental y humana, que ya se ha visto en otros países y dio inicio en el norte de México, sea irreversible y marque para siempre a millones de mexicanos.
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