Publicado en El Economista.es
AFP
9 de febrero de 2016
Los islandeses no saben
lo que es el desempleo y viven en una sociedad pacífica con un Estado del
bienestar eficaz, pero están tan hartos de sus políticos que parecen dispuestos
a llevar al poder al Partido Pirata contestatario.
Todavía falta tiempo
para las elecciones legislativas, previstas para la primavera de 2017, pero las
encuestas son claras: la opinión pública se decanta por "Piratar",
con un 41,8% de intención de voto, según un sondeo publicado el 28 de enero.
Un ascenso que ha sorprendido
incluso a los miembros de esta formación contestataria fundada hace algo más de
tres años por una militante de WikiLeaks, Birgitta Jonsdottir, para promover la
modernización de la legislación sobre Internet. A la pregunta de si están
preparados para gobernar, la diputada Asta Helgadottir, de 25 años, contesta
con un "no" rotundo.
"Pero creo que
cuando hay que lanzarse, hay que lanzarse. Si conseguimos tantos sufragios,
seremos los primeros en tener el derecho de formar gobierno. Tendríamos el
deber (...) de encargarnos de ello", adelanta.
La falta de experiencia
de este partido que entró en el parlamento en 2013 no asusta a los islandeses,
deseosos de romper con la connivencia de la clase política con el sector
financiero revelada tras el colapso del sistema bancario en 2008. Andrea
Gudmundsdottir, una chef de 54 años, simpatizaba con la oposición de izquierda,
en apuros en los sondeos. Ahora comulga con este partido libertario.
Quiere enviar un mensaje
a todas las formaciones tradicionales, "en particular al Partido de la
Independencia y al Partido del Progreso", miembros de la coalición
gubernamental de centro derecha. "Para decirles que estamos hartos de la
política que llevan a cabo".
Helga Vala Eysteinsdottir,
una camarera de 24 años, interpreta el auge del Partido Pirata como "un
paso en la buena dirección". "Estoy segura de que el partido
conseguirá buenos resultados el año que viene. Y confío en ellos para
gobernar". De lejos resulta difícil entender qué provoca tal descontento.
No se vislumbran motivos como los que auparon a Syriza en Grecia o a Podemos en
España.
El índice de desempleo
terminó 2005 en el 1,9%. Y la capacidad adquisitiva mejoró con las subidas
salariales. Las desigualdades son muy inferiores a las de otros países y el
boom financiero las ha limado todavía más. La esperanza de vida es muy alta (83
años) gracias a un sistema sanitario eficaz. Como el país no tiene problemas de
delincuencia importantes, la justicia pudo centrarse en los banqueros
responsables de la crisis financiera. Una treintena de ellos fueron condenados.
Uno de los temas
recurrentes del debate político es la frustración por las reducciones de
impuestos concedidas por el centroderecha a los más ricos. El Partido Pirata
estima que es una prueba de un sistema político elitista, opaco, reformado
pocas veces desde la independencia en 1944.
Bajo el gobierno de
izquierda (2009-2013), Islandia lanzó un proyecto espectacular de nueva
Constitución. Los ciudadanos participaron en la redacción de un nuevo texto,
que fue aprobado en referéndum por el 66% de los votos pero quedó estancado en
el parlamento.
"Funciona todavía
como en el siglo XIX", afirma Helgadottir refiriéndose al parlamento.
Tanto ella como los demás diputados de Piratas centran su actividad en el
congreso en sus temas predilectos (transparencia de la vida pública, derechos
humanos y protección de las libertades individuales en Internet), con pocas
propuestas en materia de política económica.
Stefania Oskarsdottir,
profesora de ciencias políticas en la universidad de Islandia considera que los
Piratas no seducirán por mucho tiempo a un amplio espectro del electorado que
va de la extrema izquierda al centro derecha. Recuerda que la fundadora de los
Piratas "considera que el partido es de izquierda y se siente tentada por
la idea de formar una alianza electoral con las formaciones de izquierda",
lo que no será del gusto de todos.
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