Con
el anuncio de la compañía canadiense BNK de interesarse por perforar pozos de
exploración para hidrocarburos en la provincia de Burgos, las autoridades de
esta comunidad autónoma dispondrían últimos permisos ambientales y sobre la
disponibilidad de suelo para lanzar un proyecto que cuenta con las bendiciones
del ejecutivo de Mariano Rajoy.
Si
bien la apertura del fracking contaría con la oposición de algunos partidos del
espectro político español, la coincidencia entre el color político del
ejecutivo, la comunidad autónoma y los ayuntamientos afectados por los futuros
pozos de exploración, podría facilitar el proceso.
Para
favorecer la aceptación del proyecto entre los ciudadanos de las zonas
afectadas el gobierno anunció una serie de incentivos económicos para los
municipios y los propietarios del suelo con una interpretación nebulosa al
intentar asociarlos a las tareas de exploración o con las de explotación de los
hidrocarburos.
El
debate sobre el fracking aparece polarizado, al igual que en otras partes del
mundo, entre una industria que define el proceso como seguro y sobradamente
probado y unos opositores que lo definen con muchas incertidumbres que podrían
influir en el medio ambiente y la salud.
El
gobierno ha intentado mantener una mínima exposición mediática ante el tema,
apoyando la oportunidad energética y el trabajo de las empresas pero huyendo de
entrar en la discusión sobre la incidencia en temas ambientales y otras
influencias negativas para las comunidades afectadas.
La
polémica sobre el fracking también es causa de debate en Europa, que habría
llegado a la solución salomónica de que cada país fuera dueño de sus propias
decisiones. Así, como respuesta encontramos de todo, prohibiciones, moratorias,
experiencias locales controladas y apuestas convencidas en el proceso. En esta
última respuesta se encontraría el Reino Unido y una España que estaría
dispuesta a seguir y copiar algunos de sus pasos.
La
apuesta por el fracking fue más temprana entre los países situados en el este
europeo. En alguno de ellos una prometida independencia energética del gas ruso
habría llevado a gobernantes y a parte de la población a sentirse exultantes
ante esa posibilidad. La respuesta inmediata se tradujo en la apertura sin
reparos a las compañías energéticas capaces de entregar el gas fijado en el
esquisto.
Ucrania,
Lituania, Polonia o Rumania, entre otros países, “bendecidos” con unas reservas
estimadas de esquisto importantes, vieron como algunos de los “grandes” del
petróleo y del gas se interesaban por la labor de aflorar esa gran riqueza del
subsuelo.
Después,
con el tiempo, pasó de todo. Oposición al fracking de ecologistas y habitantes
de las poblaciones afectadas, impuestos altos según las compañías, engorrosas
precauciones medioambientales, burocracia desesperante, toda una colección de
razones que pudieron ser leídas en artículos periodísticos del momento. De
hecho, hasta Anders Fogh Rasmussen,
secretario general de la OTAN, aludió a secretas partidas económicas de origen
ruso dirigidas a los grupos ecologistas para perjudicar el fracking y
beneficiar al gigante petrolero Gazprom.
Sin embargo, dos de aquellos países no parecían
presentar demasiada estima por la supuesta influencia rusa, ni por parte de
gobernantes ni de ciudadanos.
Polonia y Rumania, eran depositarios de unas
supuestas importantes reservas de gas de esquisto. Especialmente la Administración
de Información de la Energía de Estados Unidos (EIA) había calculado
las mayores de reservas de esquisto no probadas en una afortunada Polonia y a
mucha distancia de las reservas del resto de los países, excepto de Francia que
si bien prácticamente competía en el volumen, consideró desechar el fracking casi desde el
principio.
Con el paso del tiempo y a medida que se fueron
perforando pozos, la alegría dejó paso la escepticismo. Los pozos exploratorios
en Polonia no produjeron un volumen de gas que los hiciera comerciales, además
de presentar nitrógeno, que encarecería sobremanera el gas en caso de tener que
hacerlo desaparecer. Las cifras fueron revisadas y las reservas no probadas fueron
bajando hasta finalmente reconocer que las estimaciones iniciales podrían estar
sobrevaloradas hasta en un ¡90%!.
Respecto a la famosa cuenca de esquisto de París, se
reconoció que podía pertenecer más al terreno de los deseos que al de la
realidad.
En el resto de los países los resultados finales
pasaron más desapercibidos y tuvo más difusión los supuestos esfuerzos de financiación
encubierta del Kremlin por malograr la oportunidad del esquisto en esos países.
Así, se planteó en Ucrania y en alguna otra ex república soviética. Las
acusaciones en Rumania levantaron la indignación de los grupos ambientalistas
que llegaron a escribir una carta de réplica a un artículo del The New York
Times sobre el tema.
El caso es que con o sin dinero ruso las exploraciones
dieron unos aparentes resultados que no encajaron con “la oportunidad de futuro
del esquisto” y los grandes, Chevron, Exxon o Total
hicieron las maletas buscando mejores geologías donde meter la broca de
perforación.
En Estados Unidos las previsiones de la EIA también
han tenido su parte de polémica. Si el tema empezó con un Obama exclamando
sobre ¡los 100 años de gas! , parece que el tema va de descumplir años.
Un grupo de investigadores universitarios hicieron
un estudio detallado de los mapas de esquisto y encontraron que los estudios
oficiales habían utilizado los valores de “puntos dulces” en la perforación (enclaves
con un gran flujo de gas o petróleo) y los habían extrapolado a extensas zonas
donde el flujo real se consideraría más humilde.
Así, con una prensa pro-fracking publicando
artículos de alabanza por un lado, las publicaciones científicas por otro y
unas declaraciones confusas (casi balbuceantes) de la EIA en medio, la
previsión de años de explotación parecían ir encogiendo.
Finalmente, Fatih Birol, economista jefe y director de economía de
la energía a nivel mundial de la Agencia
Internacional de Energía (AIE) y economista jefe en excedencia de la IEA habló en el WORD ENERGY OUTLOOK de
2014 sobre el papel de Oriente Medio en aportar el petróleo que se demandará al
entrar Estados Unidos en una meseta de producción en ¡2020!.
Con la carpeta del esquisto que se cierra en el este de Europa,
solo queda el oeste. Sin embargo, diferentes voces expresan la imposibilidad de
repetir el “milagro norteamericano”. Densidad de población, normativas medioambentales,
una legislación más estricta. Recientemente, voces de científicos europeos han
reclamado relajarse y probar las posibles afectaciones de la técnica, estudiar
sobre las reservas reales y sobre todo saber si el tema es realmente rentable.
BP en su último Outlook que abarca una proyección de futuro
hasta 2023 no ve ningún papel protagonista para el esquisto.
Si la petrolera británica es escéptica, Camerón ha metido un “órdago
a la grande” con el esquisto, después de enfrentarse a algunos de sus propios
parlamentarios, a unos ambiguos laboristas, a los nacionalistas escoceses, que
llevaron el fracking al debate de la independencia, a los galeses, celosos de
los escoceses, y al propio Sinn Fein que saca pecho con el fracking en Irlanda
del Norte.
Y ahora, a finales de enero, llega Fatih Birol y le dice que
si quiere seguridad energética que se dedique a las nucleares, que eso del
fracking, ¡vamos que no lo ve!
Alemania por otra parte ha empezado a coquetear con el fracking,
pero es muy pronto para saber, a pesar del interés de Exxon, hasta donde
llegará la apuesta por el esquisto.
Y ahora quedamos nosotros, España, los menos bendecidos en las
aparentemente exageradas predicciones de reservas de la EIA. Sin embargo, unas
predicciones tan discretas debería servir para reflexionar y poner en la
balanza los beneficios y los perjuicios a priori.
Porque los perjuicios existen, hasta con la exploración.
En cualquier caso, es interesante destacar que el ministro Soria
sería poseedor de un informe de la industria implicada en los permisos que
daría unas previsiones de reservas de hasta ¡8 veces! superior a las estimadas por la IEA. Por si alguien no se acuerda, puede consultar las noticias en europa press o el diario Expansión del momento.
Incluso la IEA
defendía que por tierras del Ebro, por donde gobierna Dña Luisa Fernanda Rudi,
las posibilidades de encontrar algo eran del 2%, la última prospección en
Canarias era del 20%.
La EIA sólo
identificaba hidrocarburos en la cuenca vasco-cantábrica. Claro que con lo pequeñito
que es todo por aquí, merecería la pena valorar los pros y los contras antes de
cambiar el aspecto del entorno para siempre.
En cualquier caso, el ministro Soria debería publicitar ese
informe de la industria y que pudiera ser contrastado por otros profesionales
que no estuvieran directamente implicados en el proceso. Sin duda, incluso a
nivel internacional, no faltarían opiniones.
Nota.- Todos los datos de este escrito están
referenciados en artículos periodísticos y científicos que aparecen en este blog
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