Publicado en The Ecologist
Por Alexander Reid Ross
14
de marzo de 2015
En el profundo Sahara
argelino, la ciudad oasis de Ain Salh es un foco de oposición a una nueva
oleada de fracking, con enfrentamientos violentos entre la policía y hasta
40.000 manifestantes, escribe Alexander Reid Ross. Ellos tienen dos
preocupaciones principales: la prevención de la contaminación del acuífero que
los sustenta y mantener alejados a los gigantes petroleros extranjeros como
TOTAL y HALLIBURTON
La ciudad
de Ain Salah se encuentra a unos 750 kilómetros al sur de Argel, en el desierto
del Sahara.
Su
ubicación como un oasis en el desierto se basa en un sistema acuífero sensible
que se extiende desde el sur de Argelia a Túnez y Libia, y se solapa con al
menos cuatro campos intensivos de gas de esquisto.
El fracking
comenzó en la zona en 2013, y un movimiento de masas contra la práctica se ha
desarrollado rápidamente.
Este nuevo
giro en contra de la extracción y explotación de los recursos se ha evidenciado
en otro lugar en los últimos meses, en Burkina Faso, ya que el impulso global
para extraer los recursos que van desde el oro a los productos agrícolas hasta
los combustibles fósiles han llevado a la desposesión generalizada en África
desde el inicio de la crisis financiera en 2008.
Argelia con
un sentimiento revolucionario desde su independencia con la expulsión de
Francia, está experimentando una ola de movimientos de liberación sucedida por toda África.
Desde fin de Año, cuatro días después de que las operaciones de fractura hidráulica se
anunciaron cerca de la ciudad, Ain Salah ha dejado de funcionar de forma rutinaria. El comercio y la administración
se ha movido entre la rutina clásica y una extensa ocupación de la plaza principal,
junto con la celebración de varios mítines.
Los vídeos
y la evidencia fotográfica han sido utilizados para exponer la contaminación
dañina y los suministros de agua contaminados, causando un alboroto y el sentir
de que el fracking debe ser detenido.
Halliburton
y Total
Las
empresas involucradas principalmente en la explotación de gas de esquisto en
Argelia incluyen a Halliburton y a la compañía petrolera francesa Total.
Después de saberse
de un importante caso de soborno en Nigeria en 2010, por Halliburton, la
compañía líder de servicios de los campos petroleros en el mundo, comenzó a
mirar a África para aumentar la explotación de gas en 2012.
Como el fracking
comenzó a desacelerarse en los EE.UU., hicieron una inversión importante en
Argelia, que tiene las segundas reservas de gas probadas de África.
Por su
parte, Total cogió tierras petroleras en Libia después de la invasión de la
OTAN que derrocó al gobierno de Muamar Gadafi en 2011, pero el colapso de la
infraestructura nacional que siguió ha dificultado considerablemente la antaño pujante industria petrolera.
En
diciembre de 2013, la Corporación Nacional de Petróleo anunció sus intenciones
para impulsar la economía al permitir la supervisión de corporaciones como Total
para comenzar las operaciones de fractura hidráulica.
El
estallido de la violencia en Libia tuvo graves repercusiones en Malí, al sur, cuando
militantes armados irrumpieron en el país y ha añadido un aumento la
sublevación separatista tuareg en este año. Con
cientos de miles de desplazados por la calamidad que siguió, el aumento de la
conflictividad en combinación con la grave sequía y el reciente brote de ebola puede
crear condiciones económicas difíciles.
En un giro
irónico, Halliburton se vio obligado a recortar 1.000 empleados en diciembre
pasado, debido a las turbulencias en el África occidental, en gran parte por la
intervención francesa en nombre del acceso de Total a los recursos naturales.
Ahora, las
dos empresas están haciendo inversiones para las reservas de gas de Argelia. Los activos totales combinados de
Halliburton y Total se acerca al 40% del PIB de Argelia, y el presidente de
Argelia, el envejecido Abdelaziz Bouteflika, no ha puesto oposición a los
esfuerzos de extracción.
En su
cuarto mandato, Bouteflika, el presidente más longevo en la historia de
Argelia, ha resistido protestas importantes entre 2010 y 2012, que pedían su
destitución, y hoy se encuentra con un movimiento que se extiende desde Ain
Salah a Argel pidiendo mirar de otra forma el control público sobre los
recursos naturales.
Volver a la
liberación
Este
enfoque diferente se manifestó el 24 de febrero, cuando casi toda la ciudad de
Ain Salah, unas 40.000 personas, llegaron a la plaza, que ha sido renombrada
como Place Somoud, o Plaza de la Resistencia, para celebrar el aniversario
número 44 de la nacionalización de los hidrocarburos por el ex presidente Boumediene.
Pero el
nuevo enfoque no es simplemente a favor de la extracción por una empresa
petrolera estatal. También está
jugando rápido el papel del acuífero que sostiene Ain Salah y su preciado oasis
- y es la amenaza de la contaminación del agua subterránea por el fracking lo que
más preocupa a la gente, ya que pone en peligro su propia existencia.
Y la lucha
no se trata simplemente de Ain Salah: el 24 Febrero se vieron manifestaciones
masivas a las afueras de la ciudad de Ouragla. Estas protestas desafiaron la
prohibición de Argel contra las protestas que ha estado en vigor desde el fin
de la terrible guerra civil que se cobró más de 150.000 vidas entre 1991 y
2002.
Buteflika
es visto por muchos como un héroe que ayudó a poner fin a la guerra, pero ahora
su régimen es desafiado por el avance de la oposición popular a la extracción
industrial. Existe la
preocupación de que el descontento podría causar una abertura para otra guerra
civil (que Halliburton y Total podrían intentar aprovechar), lo que ha
provocado duras reacciones policiales.
Como los
agentes de policía se adelantaron la protesta en Argelia el 24 de febrero,
arrestando a unos 50 manifestantes mientras se celebraban las fiestas
nacionales para conmemorar la festividad, el asesor de Bouteflika, M. Boughazi
llegó a la televisión nacional para leer una declaración de 20 minutos que
incluyó la advertencia, "El gas de esquisto es un don de
Dios, y es nuestro deber explotarlo."
Ataques de
la policía, arrestos e insultos provocan una reacción violenta
En medio de
las tensiones que se cernían sobre el resto de la semana, las protestas se
tornaron violentas. Cuando un
grupo de activistas llegó a la base de Halliburton en Ain Salah para protestar,
se encontraron con provocaciones racistas por parte de la policía, que continuó
con las medidas de represalia con la realización de arrestos contundentes.
Los
manifestantes reaccionaron a las medidas opresivas reuniéndose en la comisaria,
y la policía respondió con grandes cantidades de gases lacrimógenos y balas de
goma. La violencia policial se
prolongó hasta la Plaza de la Resistencia, donde el enclave de un rally fue
destruido y quemadas las tiendas de campaña, y en los siguientes días, cientos
de personas fueron detenidas y numerosas lesiones fueron confirmadas entre los
manifestantes, en su mayoría pacíficos.
Por último,
cuando la policía intentaba sellar y ponen sitio a la ciudad, los manifestantes
comenzaron a arrojar piedras. La
policía se retiró, y se ocasionó un levantamiento; un cuartel de policía, una residencia
del alcalde, y varios vehículos de la policía fueron incendiados. El ejército fue llamado, y un orden
tenso se consiguió una vez más.
Esta es la
segunda vez que graves disturbios han sido causados en Ain Salah sobre la presencia de las empresas de gas -
el primero se ocasionó en el año 2002, debido al desempleo y a las estrictas
exigencias de las compañías de gas extranjeras.
La cuestión
económica se encuentra de lado a lado con el medio ambiente, como la sociedad
civil busca de mejores formas de vida sostenible fuera del control de las
multinacionales extranjeras corruptas y un gobierno distante.
El fracking
y la resistencia contra un empuje efectivo del gas en Argelia se ha convertido
en un problema con la oposición intentando desarrollar otro tipo de política en
el país. Sin embargo, la
oposición, sí, sigue estando fracturada y desorganizada.
Los
problemas reales a los que se enfrenta Argelia están atados a la baja de los
petrodólares y la creciente falta de acceso a las reservas de petróleo y gas
sin prácticas no convencionales como el fracking, pero las compañías de gas son
notoriamente incapaces de soportar el peso del desempleo en lugares como Ain
Salah.
Así que,
como en muchos lugares del mundo se enfrentan a la maldición de las industrias
extractivas, Argelia debe encontrar una manera única a nivel mundial sobre la
apropiación de tierras.
Y ahora el
movimiento anti-fracking ha traído algo de impulso para pensar soluciones más
amplias, a largo plazo, en consonancia con la tradición revolucionaria de la
descolonización y la autogestión.
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