Publicado en La
Jornada de Oriente
Por Iván Restrepo
2
de marzo de 2015
A la advertencia de Francisco sobre el riesgo de mexicanización de
Argentina y que ocasionó un sismo entre la clase dirigente del país, se agrega
otra que se hizo realidad: Colombia se mexicanizó. Es la opinión de
varios expertos recogida en la revista Proceso de hace ocho días.
Cabe recordar que hace dos décadas el gobierno mexicano ignoró la advertencia
de que nuestro país podía colombianizarse, tal como ocurrió por la corrupción,
la complicidad de la delincuencia con funcionarios, empresarios, bancos,
políticos y cuerpos de seguridad pública.
La semana
pasada otro sismo, distinto al ocasionado por Francisco, sacudió el centro de
España, con epicentro en la provincia de Albacete. Fue de 5.2 en la escala de
Richter y se localizó en la misma falla del que en 2011 dejó en Murcia nueve
muertos, más de 300 heridos y numerosos daños materiales. En 2012 hubo otro de
5.6 grados que afectó la costa de Pontevedra. Para los que ignoran que en la
península ibérica tiembla, el pasado medio siglo ha habido allí 14 sismos
superiores a los cinco grados en la escala de Richter, dejando sus muertos y
heridos, además de daños millonarios en edificios, viviendas, comercios,
fábricas y obra pública.
El de Albacete
sacudió también una de las actividades más cuestionadas en España: la extración
de hidrocarburo por medio de la fractura hidráulica o fracking. Cerca
del epicentro del sismo, la empresa Oil and Gas Capital tiene tres permisos
para perforar en extensiones que van de 20 mil a 26 mil hectáreas. También está
autorizada para explorar en Cantabria y Asturias, pero aclaró que no ha
iniciado allí ningún sondeo. De esta forma busca detener el rumor de que el
sismo reciente lo causó el fracking. Pero esa aclaración no detiene
la oposición a esa técnica en numerosas poblaciones de la península. Como en la
provincia de Burgos, donde la canadiense BNK pretende abrir 12 pozos
exploratorios en terrenos municipales. En España todavía no se ha empleado
el fracking, pero la gente se entera cada vez más sobre los
peligros que conlleva. En su reciente informe al Congreso, el Defensor del
Pueblo se queja de que es insuficiente la información ofrecida por el gobierno
sobre los efectos negativos de dicha técnica, especialmente en el medio
ambiente y la salud. En pocas palabras, las instituciones oficiales se los
ocultan a la ciudadanía.
Pero no los
pudo ocultar en el caso de la plataforma ubicada en el mar Mediterráneo, a 22
kilómetros del litoral, y que ocasionó centenas de movimientos sísmicos,
especialmente en la comunidad valenciana. De ello ofreció testimonio una
publicación de reconocida seriedad: Geophysical Journal International. La
plataforma aprovechaba un pozo petrolífero ubicado a mil 750 metros de
profundidad para almacenar y regular el suministro de gas. Los temblores en la
zona comenzaron a mediados de septiembre de 2013, alcanzando una intensidad máxima
de 4.2 en la escala de Richter. Los geólogos señalaron la plataforma como
responsable de lo que ocurría. El ministerio de Industria se vio obligado a
detener sus actividades.
Al otro lado
del mundo también se culpa al fracking del aumento de los sismos.
Por ejemplo en el centro de Oklahoma, Estados Unidos. La prestigiosa
revista Science, en su edición de julio pasado, documenta lo
ocurrido los años recientes y lo atribuye a la inyección de agua al subsuelo
durante las operaciones de extracción de gas por medio de la técnica referida.
Oklahoma ilustra muy bien qué pasa y pasará en otras regiones. Como Colorado y
Nuevo México, donde los especialistas del gobierno federal atribuyen al fracking
(presente desde hace 15 años en ambos estados) el aumento de los sismos, 16
hasta ahora, de magnitudes superiores a 3.8 en la escala de Ritcher. Agréguese
lo observado también en Pensilvania.
Y mientras
el fracking genera protestas por doquier, lo apoyan en México
las instancias gubernamentales, sus aliados en el Congreso y los grupos
empresariales del país y el exterior con intereses en la explotación de
hidrocarburos. Como si en México no temblara ya lo suficiente y el agua no
fuera un bien cada vez más escaso en las zonas donde se piensa utilizar esa
técnica.
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