Publicado en Times Union
Por Wes Gillingham
Director del programa Catskill Mountainkeeper
Director del programa Catskill Mountainkeeper
9 de noviembre de 2014
Mientras que la industria del gas continúa induciendo al
público a error sobre los perjuicios en la salud y los impactos ambientales de
la explotación de gas natural no convencional (también llamada fracturación
hidráulica o fracking), la evidencia de sus peligros destaca el montaje.
La
última revelación viene con la publicación, la semana pasada, de un informe
sobre el impacto en la calidad del aire a partir de la extracción de petróleo y
gas, el procesamiento y distribución en seis estados, incluyendo el nuestro. El informe, patrocinado por Coming Clean, es una colaboración de más
de 200 grupos que trabajan en temas de salud ambiental, y presentan los datos
de las muestras de aire recogidas en torno a las estaciones de compresión de
gas natural y otras instalaciones en Nueva
York, Arkansas, Colorado, Pennsylvania, Ohio y Wyoming, utilizando el mismo equipo y
los mismo métodos que utilizan las agencias federales y estatales.
Los
resultados documentan una serie de productos químicos peligrosos en el aire
alrededor de estos sitios, a menudo con niveles muy superiores a los estándares
tradicionales de seguridad federal para la salud, y en algunos casos en concentraciones
que plantean una amenaza inmediata para la salud de cualquier persona expuesta.
Los
datos recopilados en torno a una estación de compresión en Hancock, Nueva York,
mostraron niveles elevados de benceno, un carcinógeno, y varios gases derivados
del petróleo.
Las
muestras recogidas en torno a las estaciones de compresión en Pennsylvania
contenían formaldehído con más de 7.000 por ciento por encima de los niveles
aceptables para riesgo de cáncer que propone la Agencia de Protección Ambiental.
Estos
hallazgos pueden ser sólo la punta del iceberg. Las muestras de aire fueron
tomadas sólo en días en que las fugas eran sospechosas o cuando los residentes
de la zona mostraron posibles síntomas de la exposición. Sería útil, como estos datos, requerir un muestreo más amplio para
evaluar completamente las emisiones de estas instalaciones.
No
obstante, el estudio muestra que los organismos gubernamentales no logran
controlar las emisiones importantes en las operaciones y en la infraestructura
del gas y petróleo.
La industria propone y obtiene la aprobación de nuevos proyectos
sin demostrar la ausencia de impactos en la salud y el medio ambiente, y sin
una supervisión real por parte de las autoridades responsables. El
resultado es que simplemente no sabemos la magnitud de la amenaza a la salud
pública impuesta a nuestras comunidades.
Estos
resultados son una llamada de atención para Nueva York. En la actualidad, existen
varias estaciones de compresión, gasoductos e instalaciones de almacenamiento
en Nueva York para el transporte de gas natural, y se proponen más.
Todavía
no podemos estar experimentando la gravedad de los impactos que se están
sintiendo en Pennsylvania y en otros estados donde el fracking está en marcha,
pero a un ritmo rápido con el que estamos construyendo este tipo de
infraestructura en Nueva York, el informe claramente sirve como una advertencia.
En
Nueva York, el Departamento
de Salud que tiene en curso una revisión de los impactos en la salud de la perforación de
gas, carece de transparencia, y no hay
ninguna indicación de que se considere que tipos de problemas serios en la
calidad del aire se destacan en este nuevo informe. Ni siquiera sabemos si los
impactos del fracking en nuestro aire y en la salud con la infraestructura
relacionada con el gas se está considerando.
En
un momento en que el bienestar de nuestras comunidades y nuestro clima requiere
que rompamos nuestra adicción a los combustibles fósiles, las compañías de gas
y petróleo están aumentando en todos los sectores posibles - desde plataformas
de perforación de tuberías a instalaciones de estaciones de compresión para
exportar. Informes
independientes y las investigaciones de expertos sugieren cada vez más que esta
embestida de la actividad está teniendo un impacto directo y peligroso en
nuestro aire y agua. Sin embargo, las agencias
estatales y federales - aquí en Nueva York, y en todo el país - están
demostrando que carecen de la capacidad o voluntad para proteger nuestras
comunidades. Y no se puede confiar en que
la industria se autorregule.
A
diferencia de otros estados, Nueva York todavía tiene una opción sobre qué
energía quiere escoger para el camino. La ciencia es cada vez más
clara. Ir por el camino del fracking y la continua dependencia
de los combustibles fósiles es hipotecar nuestro aire y agua - y la salud de
nuestras comunidades - para obtener beneficios a corto plazo.
Debemos elegir sabiamente, y respirar tranquilos.
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