El fracking podría ser un asunto polémico, pero no hay necesidad de que entre el pánico todavía.
Puede ser que la pizarra sea de hecho la solución a nuestra crisis
energética, pero muchos no son conscientes de la compleja y enmarañada
red de cuestiones legales que deben ser tenidas en cuenta cuando alguien quiere poner un taladro en el suelo.
El fracking consiste en la extracción de gas metano de capas de esquisto mediante el bombeo de agua a alta presión en un pozo. Pero las reservas de gas de esquisto son jurídicamente propiedad de la Corona, y es la Corona (a través del Departamento de Energía y Cambio Climático ) quién otorga las licencias a los desarrolladores para llevar a cabo la exploración de gas de esquisto.
Cualquier desarrollador que desea perforar debe obtener el
consentimiento especial para hacerlo, y el departamento puede imponer
numerosas condiciones en una licencia para explorar el subsuelo. La licencia de obras se debe obtener en primer lugar, de la municipalidad local y también de la autoridad de planificación de minerales antes de perforar - con otra aprobación de la Coal Authority si el proceso interfiere con las vetas de carbón. Al igual que el departamento, los consejos pueden imponer condiciones para el permiso de planificación.
Si un desarrollador realiza fracking sin una
licencia del gobierno o sin los derechos de acceso necesarios, esto
equivaldría a ser culpable.
Incluso donde el desarrollador tiene una licencia y todos los derechos
en el lugar, si un propietario puede demostrar que es probable que un daño sea causado a su propiedad y que no está permitido por la licencia, puede
solicitar un mandamiento judicial.
También hay muchos puntos del medio ambiente, de la salud y la seguridad que
tienen que estar en su sitio - y una vez que se inicia la fractura
hidráulica, se requiere un seguimiento regular de la actividad sísmica.
Un sistema de semáforos, señalización de advertencia de color rojo si
se percibe algún peligro potencial, gobernará si las obras pueden
progresar.
Inevitablemente será un largo proceso para los desarrolladores, con
reto tras reto y numerosos obstáculos - y eso es antes de que
tomáramos en cuenta el impacto de los habitantes locales, la oposición local al
fracking.
¿Qué sucede si la tierra se contamina? ¿Quién asume la responsabilidad? ¿Qué pasa si el promotor se declara en quiebra? ¿El contribuyente será llamado a pagar la factura? Estas preguntas siguen siendo el tema de un debate público feroz y muchas de ellas aún no han sido constestadas.
Aunque la exploración de gas de esquisto se encuentra todavía en sus
primeras etapas, su surgimiento como una fuente de energía pudiera ser inevitable.
¿El esquisto puede resolver nuestro dilema inmediato?:
¿cómo reducir el costo de la energía en un momento en que nuestros
recursos tradicionales son cada vez más caros? Para resolver ese problema en el corto plazo, tendremos que buscar en otra parte.
Catherine Wigmore es abogado en Mundays LLP
Publicado en The Guardian
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