Publicado
en Science Daily
Fecha: 1
de mayo de 2014
Fuente: Seismological Society of America
La inyección de aguas residuales en el
fracking puede desencadenar terremotos a mayor distancia de lo que se pensaba.
Resumen
El
desarrollo de las actividades de petróleo y gas, incluyendo la eliminación
subterránea de las aguas residuales de la fracturación hidráulica, pueden
inducir terremotos cambiando el estado de estrés de las fallas existentes en el
momento del proceso. Los terremotos por eliminación de aguas residuales se
pueden desencadenar a decenas de kilómetros de la boca del pozo, en un rango
mayor de lo que se pensaba, según este estudio.
El
desarrollo de las actividades de petróleo y gas, incluyendo la eliminación
subterránea de las aguas residuales de la fracturación hidráulica, pueden
inducir terremotos al cambiar el estado de estrés de las fallas existentes en
el momento del proceso. Los terremotos por eliminación de aguas residuales se
pueden desencadenar a decenas de kilómetros de la boca del pozo, en un rango
mayor de lo que se pensaba, según un estudio que se presentará hoy en la
reunión anual de la Sociedad Sismológica
de América (SSA). Como una indicación de la creciente importancia de los
terremotos artificiales sobre la amenaza sísmica, la reunión anual de la SSA contará
con una sesión especial para discutir los nuevos descubrimientos y enfoques de
investigación para la incorporación de la sismicidad inducida en las
evaluaciones mapas de riesgo sísmico.
El
número de sismos en el centro y este de los Estados Unidos ha aumentado
dramáticamente en los últimos años, coincidiendo con el aumento de la
fracturación hidráulica en pozos perforados horizontalmente, y la inyección de
aguas residuales en los pozos profundos de eliminación en muchos enclaves,
entre ellos Colorado, Oklahoma, Texas, Arkansas y Ohio. De acuerdo con el
Servicio Geológico de EE.UU. (USGS), una tasa promedio de 100 sismos por año
con una magnitud superior a 3,0 se registraron en un período de tres años, de
2010 hasta 2012, en comparación con una tasa promedio de 21 eventos observados
por año entre 1967-2000.
"La
sismicidad inducida complica la ecuación de riesgo sísmico", afirmó Gail
Atkinson, profesor de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Western
Ontario en Canadá, en cuya investigación se detalla, cómo una nueva fuente de
sismicidad, la presencia de un pozo de inyección que puede alterar de forma
fundamental el riesgo potencial sísmico en una zona.
Para las
estructuras críticas, como las presas, las centrales nucleares y
otras instalaciones importantes, Atkinson sugiere que el riesgo de sismicidad
inducido puede afectar al ya peligro de la sismicidad natural pre-existente,
aumentando el riesgo para las estructuras que se diseñaron originalmente para
regiones de baja a moderada actividad sísmica.
Un nuevo
estudio del terremotos en enjambre de Jones, que sucede cerca de la
ciudad de Oklahoma desde 2008, demuestra que un pequeño grupo de pozos de
inyección, de gran volumen, provocó terremotos a decenas de kilómetros de
distancia. Se observó un aumento de la presión y un número de terremotos lejos de los pozos de inyección.
"Los
criterios existentes para un terremoto inducido por esta actividad no permiten
asociarlo a terremotos inducidos y que se produzcan muy lejos de la boca del
pozo", dijo Katie Keranen,
profesor asistente de Geofísica en la Universidad de Cornell, quien dirigió
el estudio sobre el terremoto en enjambre de Jones. "Nuestros resultados, utilizando
la sismología y la hidrogeología, muestran un fuerte vínculo entre un pequeño
número de pozos y los terremotos que migran hasta 50 kilómetros de
distancia", dijo Keranen. El resultado del estudio será presentado por el
coautor Geoff Abers, científico de investigación senior del Lamont-Doherty Earth
Observatory.
Aunque
hay relativamente pocos pozos vinculados con el incremento de la sismicidad, los
sismólogos tratan de anticipar cuando la actividad podría desencadenar
terremotos y en qué magnitud.
"Es
importante evitar inducir terremotos lo suficientemente grandes como para sentirlos,
es decir, sismos con magnitudes de alrededor de 2,5, o mayor, debido a que
estos son los que tienen interés para el público", dijo Art McGarr,
geofísico del USGS.
La
investigación de McGarr trata los factores que aumentan la probabilidad de
terremotos inducidos por la inyección de fluido y que son lo suficientemente intensos como para sentirlos, o, en raras ocasiones, capaz de causar daños. Las
actividades de inyección considerados en el estudio de McGarr incluyen la
eliminación subterránea de las aguas residuales, el desarrollo de los sistemas
geotérmicos mejorados y la fracturación hidráulica. De las tres actividades, la
eliminación de aguas residuales predomina tanto en términos de volumen de
líquido inyectado como en el tamaño del terremoto, con magnitud superior a 5 en algunos de los
terremotos.
"A
partir de los resultados de este estudio, el volumen total de fluido inyectado
parece ser el factor que limita la magnitud, mientras que la velocidad de
inyección controla la frecuencia de suceso del terremoto," dijo McGarr.
A pesar
del aumento de la sismicidad en el centro y este de EE.UU., los terremotos
inducidos están actualmente excluidos de las estimaciones del USGS sobre la
amenaza sísmica. Justin Rubinstein, geofísico del USGS, presentará un enfoque
para explicar el incremento de la sismicidad y sin tener que determinar el
origen (inducido o natural) de los terremotos.
El USGS
está tratando de "permanecer agnóstico en cuanto a si los terremotos son
inducidos o naturales", dice Rubinstein. "En cierto sentido, desde una
perspectiva de riesgo, no importa si los terremotos son naturales o inducidos.
Un aumento en la tasa de los terremotos implica que la probabilidad de un terremoto
más grande también se ve aumentada", dijo Rubinstein, cuyo método busca
el equilibrio entre todas las posibles formas en que el peligro podría
modificarse teniendo en cuenta la tasa de cambio del terremoto.
Pero,
¿cuál es la probabilidad concreta de sismicidad inducida?
"No
podemos responder a la pregunta en este momento", dijo Atkinson, quien afirmó que está empezando a abordar la complejidad de asignar un riesgo sísmico a la sismicidad inducida.
"Hay
una escasez real de regulaciones", comentó Atkinson. "Necesitamos una comprensión clara de la probable sismicidad inducida en respuesta a esta
nueva actividad. ¿De quién es la responsabilidad en identificar esta posible amenaza sísmica?"
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