EE UU prueba a sus ciudadanos que el calentamiento es
real
Por Cristina F. Pereda / Elena G. Sevillano
6 Mayo de 2014
Publicado en el diario El País
Los
efectos del cambio climático ya no son una amenaza lejana, un problema que se
pueda postergar. Tal
y como alertaron los científicos de la ONU hace unos meses, la subida del
nivel del mar, la acidificación de los océanos, las sequías y las inundaciones
van dejando su impronta en todo el mundo. Y Estados Unidos, el segundo país
—por detrás de China— que más gases de efecto invernadero emite, es mucho más
consciente desde que este martes la Casa Blanca hizo público un informe que alerta sobre
las consecuencias del calentamiento en su territorio: dependiendo de dónde
vivan, los estadounidenses tendrán más dificultad para acceder al agua, sufrirán
más lluvias torrenciales o verán mermadas las cosechas.
El
informe, elaborado durante cuatro años por más de dos centenares de científicos
y varias agencias gubernamentales, pretende exponer la literatura científica
disponible acerca de un problema que preocupa a todos los líderes mundiales.
Especialmente, a medida que se acerca la
decisiva cita que tienen el año que viene en París, donde la cumbre del clima
debería sustituir —y mejorar— el protocolo de Kioto y asignar un nuevo reparto
internacional de emisiones. El llamado Informe Nacional del Clima es el tercero
que encarga la Casa Blanca. Sin embargo, ninguno de los otros dos presidentes
apoyó sus conclusiones como lo hizo ayer Barack Obama: el presidente dio varias
entrevistas en televisión para hablar del cambio climático.
¿Pretende
Estados Unidos reemplazar a Europa en el liderazgo de la lucha contra el
calentamiento global? Manuel de Castro, catedrático de la Universidad de
Castilla-La Mancha y uno de los autores del último informe del IPCC (el panel
de expertos de la ONU), señala que aún es pronto para asegurarlo —“el próximo
año en París vamos a tener una excelente ocasión de comprobarlo”, dice— pero
valora que el hecho de que Obama “haga bandera” del informe “podría hacer
pensar que se va a tomar más en serio el asunto”. El presidente tiene, eso sí,
“muchos intereses que juegan en contra, empezando por las reservas energéticas
fósiles que parece que les van a convertir en autosuficientes”. Aún no se puede
afirmar que EE UU se quiera poner al frente de la ofensiva global contra el
cambio climático, pero si quisiera hacerlo la UE ya no le disputaría el puesto
como antes. Tras meses de tiras y aflojas entre los Estados, Bruselas
aprobó en enero un compromiso medioambiental para 2030 menos ambicioso que el
actual, algo que se ha interpretado como un paso atrás en su liderazgo
internacional en materia de cambio climático.
Desde
Washington, en cambio, ayer se lanzó la que sus autores consideran “la mayor
señal de alarma” sobre la urgencia con la que EE UU debe responder al desafío
del clima. “Ya no estamos hablando de una realidad futura. El cambio climático
afecta a todas las regiones del país”, afirmó John Holdren, director de la
Oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca. El asesor defendió que el
nuevo informe, “el más exhaustivo y con mayor autoridad sobre cómo el cambio
climático está afectando a EE UU y lo hará en el próximo siglo”, aporta datos a
las autoridades para decidir qué medidas deben tomar. Datos que sirven para que
el cambio climático sea menos abstracto para el estadounidense medio, explica
al teléfono Lou Leonard, vicepresidente de cambio climático de WWF en EE UU. “El informe
manda el mensaje de que el calentamiento ya está sucediendo, y que se nota
aquí, en el patio de atrás de cada ciudadano”, añade.
En
2012, el mismo año que EE UU padeció los efectos del huracán Sandy, la
región central del país era víctima de una de las peores sequías en su
historia, un tercio de la población experimentó temperaturas por encima de los
38 grados durante más de diez días y se batieron 356 récords de temperatura en
todo el país. El Informe Nacional del Clima analiza los efectos de estos
fenómenos en ocho regiones, documentando sus consecuencias en el ámbito de la
salud, el transporte, el agua, las infraestructuras, la economía, la energía y
la agricultura.
“Durante
las últimas décadas hemos detectado los ámbitos en los que ha impactado el
cambio climático; ahora, por primera vez, podemos conectar a todos entre sí”,
explica Jerry Melillo, presidente del Laboratorio de Biología Marina y asesor
de Obama. El cambio climático “afecta a la solvencia y capacidad del sistema de
transporte” de EE UU, según el documento, disparará los efectos por
“inundaciones en aeropuertos, bahías, puertos, túneles y líneas de tren”, y
continuará desafiando la red de producción de energía del país y amenazando la
salud de las personas a causa de “incendios, descenso de la calidad del aire,
problemas de salud mental y enfermedades transmitidas por la comida el agua o
mosquitos”.
La Casa
Blanca defiende que el estudio servirá para convencer a los escépticos. Obama
necesita su apoyo, especialmente entre los republicanos de la Cámara de
Representantes, para aprobar las medidas que permitan responder a los desafíos
del clima cuanto antes. El plan contra el cambio climático de la Casa Blanca,
de 2013, proponía inversiones en infraestructuras, como carreteras, puentes o
incluso hospitales que tengan garantizado su funcionamiento durante huracanes o
inundaciones.
El
informe relata que durante las últimas cinco décadas las precipitaciones
torrenciales han aumentado un 71% en la región del noreste, un 37% en el centro
del país y un 27% en el sur. Las altas temperaturas —con una subida media de un
grado en los últimos 100 años— pueden ascender 4,5 grados a finales de este
siglo. El texto añade que el mayor desafío al que se enfrenta el país es la
subida del nivel del mar en la costa Este: la previsión es que ascienda más de
10 centímetros antes del fin de siglo. Los expertos destacan el esfuerzo que
deberá hacer la ciudad de Miami para protegerse, con un proyecto
multimillonario para evitar los efectos de las inundaciones. En el suroeste,
las largas sequías dificultarán la lucha contra los incendios.
La
Casa Blanca alerta también de los efectos del cambio climático en la economía.
Según sus estimaciones, la reconstrucción y los destrozos causados por el
huracán Sandy tienen un coste de 65.000 millones de dólares (47.000 millones de
euros). Los efectos de la sequía y las olas de calor costaron otros 21.500
millones de euros y las consecuencias por el empeoramiento del clima en todo el
país, 7.900 millones de euros más. El informe destaca asimismo que el coste de
no actuar es entre cuatro y diez veces superior al de invertir ahora en medidas
de mitigación de los efectos del cambio climático.
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