Luther Leonidas Terry pasó su infancia
en su estado natal de Alabama (EEUU) ayudando a su padre, médico rural, en la
pequeña farmacia y oficina de análisis clínicos que regentaba. Infinidad de
veces vio a su padre conducir el Ford A de la familia para asistir de
urgencia a vecinos del condado.
Seguramente aquellos momentos marcaron su vida
para siempre.
Luther Terry cursó estudios de Medicina y mantuvo
una carrera prolífica por hospitales y universidades de país. Con los años, Terry
y su equipo sentaron las bases de lo que se ha llamado "la era de oro
de la investigación clínica cardiovascular".
Fue nombrado Director General de Sanidad de los Estados Unidos desde
1961 hasta 1965 y se destacó por su lucha contra el tabaco. Se responsabilizó
de un informe en el que el hábito de fumar se asociaba a enfisema, enfermedades
cardiovasculares y varios tipos de cáncer. El comité que presidía llegó a
la conclusión de que el tabaquismo era de tal peligro para la salud como para
justificar la introducción de medidas reguladoras.
Las primeras advertencias sobre la toxicidad
fueron incluídas en las cajetillas el 1 de enero de 1965.
La industria del tabaco intensificó una campaña,
que venía realizando desde la década de los años 50, destinada a sembrar
dudas sobre los datos científicos obtenidos en su contra. Durante años
gastaron decenas de millones de dólares destinados a aparentar incertidumbre
donde había claridad. En un intento de prevenir o retrasar la introducción de regulación
en el sector buscaron desacreditar la investigación científica mediante la
creación de dudas y la manipulación en el debate. Generaron una falsa
controversia para discutir los datos científicos.
Con los años se evidenciaron químicos
introducidos en el proceso de fabricación de los cigarrillos. La industria se
negó a facilitar su identificación, alegando derechos de propiedad
industrial y defendió su inocuidad, describiendo algunos productos, como la
vainilla y el cacao, como propios de la industria alimentaria y con
utilidad en agradar y potenciar el sabor. Con el transcurso del tiempo se
comprobó que aquellos químicos incluían también agentes tóxicos y
cancerígenos y otros destinados a aumentar la dependencia de
los afectados de tabaquismo.
Ya sabemos todos como acabó aquello.
Aún así, hay que insistir que la industria
consiguió durante un tiempo crear una opinión contraria a la regulación del
tabaco en una parte importante de la población y defender los intereses de
lucro privados sobre los intereses generales de salud pública.
En la actualidad el tabaco parece haber sido
sustituido por el cambio climático y el fracking. Algunas
de las agencias de publicidad y de creación de opinión que fueron
contratadas por la industria tabaquera son requeridas por el mundo del Petróleo y el Gas. Con la ayuda de algunos profesionales del ramo, periodistas,
políticos y otros voceros de colectivos de interés buscan sembrar dudas sobre
los perjuicios del fracking y sobre los nuevos datos científicos que van
surgiendo. El fin parece ser el mismo, evitar la aparición de regulaciones y prohibiciones
que finalmente fueran contra sus intereses privados.
Esta actuación ya ha ocupado el interés
de medios de prensa reconocidos internacionalmente y de multitud de
informes, columnas y artículos independientes.
Se dijo que el hombre "es el único
animal que tropieza dos veces en la misma piedra". Está por
ver que no sea así.
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