De momento punto y aparte. 
No nos vamos a extender mucho  que no merece la pena. 
Repsol e YPF firman el acuerdo y aquí paz y después gloria. Al final,  ha sido un "teatrillo" con un final sabido. El que impone el más fuerte y es posible que, a la larga, el mejor para todos. 
Y para papelón, el de Soria, que le ha tocado ser acompañante entre privados y además "velar al difunto". 
Como para fiarse, que ya no se sabe donde empieza lo privado y acaba lo público y a partir de ahora, lo primero, no es escuchar lo que digan, sino fijarse en el color del micrófono.
Y si una cosa queda clara, es que a Brufau, todos le tenían ganas.

 
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