El
Siglo de Durango
Editorial
27 de mayo de 2017
Y,
sin embargo, los días 24 y 25 de mayo se reunió en San Antonio, Texas, la 3ª
Cumbre de Gas en México que incumbe a Coahuila, Nuevo León, Veracruz y Puebla,
pero por supuesto al país entero, a Norteamérica y al planeta.
En leve mejoría de precios de
la mezcla mexicana de petróleo, la corporación Industry Exchange, organizadora
del "3rd Mexico Gas Summit San Antonio", visualizó a nuestro país en
2017 como una enorme oportunidad para explorar y extraer gas y petróleo
aprovechando la reforma energética y la reciente apertura del mercado de
combustibles refinados.
Funcionarios gubernamentales,
inversionistas, conferenciantes y ejecutivos del nivel C de transnacionales de
energía, transporte e infraestructura, revisaron en la reunión cumbre la
proyección de la red de gasoductos que se expande en México rumbo al año 2019.
Los territorios directamente
involucrados para exploración y extracción son, como se sabe, la Cuenca de
Burgos -norte de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas-, tierras del Golfo de
México -sobre todo Veracruz- y yacimientos ubicados en el subsuelo de las
sierras de Puebla.
Son regiones donde pobladores
mayoritariamente ejidales, indígenas y campesinos presentan férrea resistencia
al despojo, tráfico de tierras y especulación que se ha desatado por la riqueza
potencial de las cuencas de hidrocarburos que alcanzan escala planetaria.
Aun en condiciones de extrema
militarización impuesta, delincuencia organizada, criminalización de la
protesta, persecución, encarcelamiento y asesinatos, innumerables comunidades
rechazan la actividad extractivista que les promete salir de pobres en nombre
del progreso y el desarrollo mientras los despoja de vida y territorios.
La red de gasoductos
proyectados o en proceso de construcción rumbo al primer año del gobierno que
sustituirá al de Enrique Peña Nieto abarca territorios extensos del país
entero.
Ninguna campaña electoral se ha
pronunciado acerca de la gran expansión de gasoductos rumbo al 2019 en
territorio mexicano.
Para ese año, la red proyectada
de gasoductos espera cerrar una inversión total de 16 mil millones de dólares,
con siete puntos de interconexión con el principal destinatario de gas y
petróleo extraído de México: Estados Unidos; y uno con Centroamérica.
Entre los gasoductos en
operación y construcción se encuentran, con participación de capital
canadiense, el Manzanillo-Guadalajara, el Naranjos-Tamazunchale, el
Encino-Topolobampo y El Oro-Mazatlán, el Tuxpan-Tula y Tula-Villa de Reyes, y
el Sur de Texas-Tuxpan.
Con capital estadounidense
están, por su parte, el Kinder Morgan, el de Chihuahua, el de Transportadora de
Gas Natural de Baja California, el de Rosarito, el de Gasoductos del Noreste,
el de Gasoducto de Aguaprieta, el de Gasoductos de Tamaulipas, el de Gasoductos
de Aguaprieta-Sonora, el de TAG Pipelines Norte, el de Arguelles Pipeline, el
de Gasoducto de Aguaprieta-Ojinaga y el de Midstream de México, de Howard
Midstream Energy Partners.
Destaca que nueve son de Sempra
Energy y uno de Energy Transfer Partner, la corporación estadounidense que
invade territorio ancestral de la tribu Sioux en Dakota del Norte.
La extracción de gas shale se
hace mediante la tecnología de fracking, fractura hidráulica que necesita gran
cantidad de agua potable. Por cada pozo se utilizan de 9 a 29 millones de
litros de agua, mezclados con arena y más de 750 químicos, muchos de ellos
tóxicos. Esta mezcla se inyecta a alta presión para fracturar la roca y liberar
hidrocarburos. Entre el 20 % y el 95 % del líquido se queda en el subsuelo.
El fracking contamina el agua
de forma irreversible. Retira grandes cantidades del ciclo hidrológico local al
quedarse atrapada en el subsuelo y pone en riesgo acuíferos y cuerpos de agua
superficiales por fugas y derrames, destacando que entre los químicos tóxicos
que se utilizan están benceno, arsénico y cadmio.
El líquido residual, altamente
contaminado, se almacena en tinas "impermeables" -además del coctel
inicial ahora trae hidrocarburos, metales pesados e incluso material
radioactivo- liberando los tóxicos al aire. Puede haber filtraciones o con
lluvia desbordarse. En Estados Unidos en 2013 hubo 7 mil 662 derrames y otros
accidentes.
A veces, el agua residual se
envía a plantas de tratamiento que no están equipadas para tratar agua tóxica,
liberando subproductos cancerígenos.
Conflicto que permanece
invisible en campañas electorales.
@kardenche
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