La práctica del fracking
está asociada a la generación de millones de litros de aguas residuales
contaminantes. Estas aguas, además de los fluidos de perforación, incorporan
elementos radioactivos de origen natural que emergen a la superficie. El
tratamiento de estas aguas no resulta sencillo por los elevados costos
económicos y por la oferta limitada de centros especializados. En EEUU resulta
común volver a reinyectar, a alta presión, estás aguas en el subsuelo. Desde
hace tiempo se viene asociando este proceso con episodios de inestabilidad
geológica y aparición de terremotos.
Desde finales de 2011, en la
población de Youngstow (Ohio) situada en el campo de pizarra de Marcellus, se
han venido produciendo un número elevado de movimientos sísmicos coincidentes
con la práctica de inyección de fluidos en el subsuelo. Se han llegado a
registrar 109 sismos, llegando el terremoto más potente a alcanzar una magnitud
de 3.9. Esta zona se caracteriza por su estabilidad geológica, no habiéndose
registrado, antes, ningún movimiento desde que comenzaron las observaciones
sismológicas en 1776.
En el número de julio de la
revista científica Geophysical Research Letters, se asocian estos
movimientos sísmicos con la inyección de fluidos resultantes del fracking. El
primer firmante del artículo, Dr. Won-Young Kim, sismólogo del Observatorio
sismológico de la universidad de Columbia en Palisades, confirma la presencia
de un desplazamiento del frente de presión generado por el fluido inyectado.
Asimismo, en una entrevista,
comenta de la necesidad de encontrar nuevos métodos para registrar fallas y
fracturas existentes bajo la superficie. Los métodos actuales resultan muy
costosos económicamente. También, defendió que estos defectos geológicos
podrían desencadenar terremotos, tarde o temprano, con la inyección de fluidos,
llegando a señalar casos en los que los terremotos se desencadenaron hasta 10
años después del proceso de inyección.
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