Publicado en Castellón
Información
Por Alfredo Soria
y Sandra Segarra (alumnos de Periodismo
de la Universitat Jaume I (UJI)
26 de abril de 2017
“Contaminación de los
acuíferos, efectos dañinos para el medio ambiente, degradación paisajística,
terremotos, pérdida del turismo…” Estas son algunas de las consecuencias de la
fracturación hidráulica, más conocida como fracking, según explican los que se
oponen al mismo.
Esta técnica procede de Estados
Unidos desde los años 80, aunque las protestas antifracking llegaron a España
en 2005. En la actualidad, con defensores y detractores, es un debate todavía
sin resolver. El fracking es una técnica que consiste en la extracción de gas y
petróleo mediante la inyección de agua a alta presión en el subsuelo. El agua
se introduce junto con otros productos químicos que causan fracturas en las
rocas facilitando la salida de los materiales fósiles a la superficie.
A
favor y en contra
La lucha contra este método
continúa dando que hablar. El pasado mes de enero, los senadores de Compromís
Carles Mulet y Jorge Navarrete presentaron una moción en la Comisión de Medio
Ambiente y Cambio Climático de la Cámara Alta con el objetivo de declarar
España como un país libre de fracking. Los autores de la propuesta defendieron
la paralización de todas las prospecciones, explotaciones e investigaciones que
estuvieran ya en funcionamiento a la espera de una directiva clara de la Unión
Europea. Tal y como defiende Mulet, “a día de hoy el problema es que no está
prohibido, puede venir cualquier empresa y empezar a actuar”.
La oposición del Partido
Popular provocó que la propuesta fuera rechazada con 15 votos en contra y 11 a
favor. Arturo Pascual, senador del PP, defendió la importancia de apostar por
la técnica y que desde su partido quieren continuar investigando para saber
realmente qué efectos puede tener el fracking. “En España estamos viendo un
movimiento ecologista que no quiere responder a saber si existe gas y si es
posible extraerlo de forma segura para las personas y el medio ambiente, sino
que simplemente se niegan a saberlo”, aclara Pascual.
Una afirmación a la que se
oponen desde diferentes sectores y colectivos ecologistas, incluyendo a Carles
Mulet: “Cuando se hacen prospecciones, el daño ya es irreparable. En ese
momento ya estás presionando la tierra y estás utilizando productos químicos,
que van a llegar al agua y contaminarla”.
Diferentes pueblos de la
Comunitat Valenciana también se han opuesto a este procedimiento.
Concretamente, en la provincia de Castellón, “son 41 municipios los que se han
visto afectados”, informa Esteban Doménech, portavoz de la Plataforma
Antifracking Comarques de Castelló.
El pueblo de Sant Mateu se unió
en su momento a las manifestaciones en contra del fracking, y actualmente
continúa luchando para que esta práctica se erradique. Así lo afirma Ana
Besalduch, alcaldesa socialista del municipio: “No solo tenemos que pensar en
lo inmediato. Algo que puede beneficiar económicamente en un momento puntual
puede convertirse en un desastre sin arreglo”.
Óscar Tena, alcalde de
Vilafranca, del Partido Socialista, también se suma a esta lucha y apuesta por
preservar el entorno natural de Castellón: “Es un terreno muy valioso,
montañoso, con mucha biodiversidad, y esta técnica afectaría muy negativamente
al medio ambiente”.
Uno de los principales riesgos
que causa el fracking para la población es la contaminación de los acuíferos,
ya que durante el proceso se dilata el subsuelo con productos químicos que
acaban llegando a las aguas subterráneas. Quique Luque, portavoz de Ecologistas
en Acción y experto en la materia, alerta: “Una tecnología siempre tiene fugas
y esto podría afectar a todas las zonas de agua potable”.
En la provincia de Castellón,
la principal fuente de abastecimiento de agua es el acuífero regional del
Maestrazgo, que conecta el este con las llanuras de Vinaròs-Peñíscola y
Torreblanca-Oropesa. En la actualidad, este acuífero no está viéndose perjudicado
puesto que el fracking está paralizado. No obstante, este procedimiento no
cuenta con un marco legal que certifique que no se puede llevar a cabo en
cualquier momento. “De haberse autorizado esta práctica en los municipios de la
provincia, lo más devastador habría sido que no se podía garantizar de ninguna
de las maneras que no se contaminaran los acuíferos”, expone Besalduch.
La zona donde se tenía previsto
que se realizara esta práctica en Castellón sí que afectaba a la fuente de
abastecimiento del Maestrazgo, caracterizada por un gran patrimonio natural.
Otro de los efectos negativos del fracking son los seísmos que causa este
método por la fracturación del subsuelo. A pesar de que no suelen llegar a más
de tres grados en la escala Richter, “sí que podrían verse aumentados en el
caso de que alcancen una falla activa cercana”, afirma Doménech.
El ámbito económico también se
vería afectado por este procedimiento. El fracking proporciona puestos de
trabajo, pero de corta duración, explica Doménech: “Desde la plataforma, vemos
que sería perjudicial para nuestras comarcas porque se destruirían más puestos
de trabajo y los puestos de trabajo que se crearían serían para cinco, ocho o
diez años como mucho”.
De la misma forma que podrían
dar puestos de trabajo, también podrían quitar otros, ya que la fracturación
hidráulica podría reducir el número de turistas tanto de costa como de interior
por la pérdida de atractivo paisajístico en las comarcas. Pero además de todo
esto, tal y como defiende Besalduch: “El impacto también se habría visto sobre
nuestros parques naturales, sobre nuestros olivos milenarios, incluso los
abrigos con pinturas prehistóricas”.
El debate está servido.
Mientras que desde el Partido Popular muestran su oposición a declarar España
como un país libre de fracking, agrupaciones de ecologistas, plataformas
antifracking y la mayoría de la oposición continúan luchando por acabar
definitivamente con esta técnica. “Los ciudadanos no pueden desfallecer”,
asegura Quique Luque, que anima a la población a que continúe luchando para
conseguir un medio ambiente digno para los que aún están por llegar.
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