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Por Manuel Peinado
Lorca, Universidad de Alcalá, Madrid.
20 de septiembre de 2017
Mientras que los principales
medios de comunicación continúan propagando que el avance tecnológico traerá
consigo suministros de combustibles fósiles cada vez más abundantes, la
industria se automedica para mantenerse viva. La disminución de las reservas de
petróleo y de las inversiones en el sector, y el aumento de los costes
financieros asociados a la explotación, son los factores que están diezmando la
que parecía ser una inagotable mina de oro negro. La burbuja comenzó a
desinflarse en 2014 y sigue haciéndolo.
El consumo mundial de petróleo
en 2016 fue de 25,1 miles de millones de barriles (KMB; Figura 1). Ese año, la
industria petrolífera mundial sólo descubrió 2,4 KMB de petróleo convencional,
menos de la tercera parte de los descubrimientos medios en quince años (9 KMB).
El petróleo convencional es el más rentable, y su tasa de retorno energético
TRE es mucho mayor que la de los crudos “no convencionales” como los que se
obtienen offshore, de las arenas asfálticas, del chapapote venezolano o
mediante fracking. Hay una buena razón para el aprovechamiento reciente de
estas fuentes. Por decirlo brevemente, estamos rebañando el fondo del tarro de
miel: eso es todo lo que nos queda del barril global.
Figura
1: consumo y descubrimientos de petróleo convencional en 2016 (Agencia
Internacional de la Energía (2017).
Ahora, para poner el gráfico
anterior en perspectiva, en la Figura 2 aparecen los descubrimientos globales
anuales de petróleo convencional desde 1947. Se puede observar que los 2,4 KMB
descubiertos en 2016 son apenas una charca cuando se comparan con los años
gloriosos de la industria, y más si consideramos que desde el año 2000 el mundo
ha estado consumiendo anualmente unos 25,5 KMB de petróleo convencional.
Figura
2. Descubrimientos globales anuales de petróleo convencional desde 1947 (
Bloomberg, 2017)
Como podemos deducir de esa
figura, durante bastante tiempo no reemplazamos lo que consumimos. Excepto en
2000 (cuando se produjeron 35 KMB), todos los años la producción ha sido
inferior a los 25 KMB. Eso quiere decir, básicamente, que la industria
petrolera global ha estado sobreviviendo gracias a su cartilla de ahorros, es
decir, al petróleo encontrado en años anteriores.
Mientras tanto, el volumen de
recursos convencionales aprobado en 2016 cayó hasta los 4,7 KMB, un tercio
menos que el año anterior y llegó a su nivel mínimo desde la década de 1940
(Figura 3). Esa caída en picado es consecuencia de que muchos inversores
tradicionales del sector están retirando sus fondos de un negocio inseguro
debido a los bajos precios del petróleo, a la disminución de las reservas
probadas (Figura 4) y a la desconfianza hacia un negocio que está alterando el
equilibrio climático global y muestra signos claros de derrumbe para quien
quiera verlos.
Figura
3. Recursos de crudo convencional descubiertos y aprobados en el Siglo XXI
(Agencia Internacional de la Energía, 2017).
Los informes anuales de las 67
compañías petroleras que cotizan en la Bolsa de Estados Unidos y que, por lo
tanto, están obligadas todos los años a comunicar oficialmente sus reservas
probadas a la Comisión del Mercado de Valores (SEC), muestran que las reservas
de líquidos del petróleo disminuyeron en 2016 por segundo año consecutivo. La
disminución se concentró sobre todo en unas cuantas empresas que redujeron sus
reservas estimadas de arenas asfálticas canadienses. En conjunto, su producción
global de petróleo crudo y otros líquidos promedió 24 MB/día durante 2016,
alrededor del 25% del total mundial. Las reservas probadas de esas compañías
disminuyeron desde los 116 KMB en 2014 a 100 KMB en 2016. (Figura 4)….
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